Galileo Galilei el astrónomo que demostró que el universo no gira alrededor del Papa.

Galileo Galilei nació en Pisa en 1564, hijo de un músico que posteriormente encontró trabajo en Florencia. Le gustaba dibujar y su primera intención fue convertirse en pintor, pero su padre lo encaminó hacia la medicina. Al cabo de unos meses en la universidad de Pisa, el joven Galileo dejó los estudios médicos y se matriculó en matemáticas, ciencia que por entonces era una amalgama de disciplinas relacionadas con los números y las magnitudes. Pero para Galileo el principio de las matemáticas era Euclides y su geometría, disciplina que, más que ninguna otra, enseña a pensar y a captar las relaciones espaciales.

Cuando Galileo fue nombrado profesor de matemática en la universidad de Pisa, ya había inventado un cálculo geométrico para la reducción de figuras complejas a figuras simples, y escrito un ensayo sobre la cantidad continua. Además, era famoso por sus estudios sobre la balanza hidrostática y el centro de gravedad de los sólidos. También le atraía la Mecánica, y tan pronto como pudo abrazó con entusiasmo el sistema copernicano.

Para probar la teoría de Nicolás Copérnico de que la tierra y los astros giran alrededor del sol, Galileo comenzó por preguntarse por el cómo se producen los fenómenos terrestres, y no por el porqué, principal preocupación de Aristóteles y los escolásticos desde que el primero escribiera su Física. Para Galileo, las teorías matemáticas representan la realidad permanente, y el comportamiento de las cosas está enteramente producido por su estructura geométrica. Así, entendía que los cuerpos celestes son objeto de estudio matemático, de forma que se puedan descubrir la regularidad de los fenómenos del universo.

Galileo no tenía la intención de desplazar la verdad revelada por las Sagradas Escrituras por los resultados obtenidos mediante el estudio de la naturaleza, simplemente porque creía que ambas eran resultado de una inteligencia universal. Galileo defendió la absoluta independencia entre la fe y los hechos científicos, aun admitiendo que no existía contradicción entre una y otra. El Santo Oficio condenó al sistema copernicano como falso y opuesto a las Sagradas Escrituras, y Galileo recibió primero la admonición de no enseñar las teorías de Copérnico, y más tarde la condena a prisión perpetua, pese a la renuncia de Galileo a defenderse y a su retractación formal.

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