En China es difícil encontrar novia. El país asiático tiene muchos más hombres que mujeres, consecuencia directa de la política de hijo único vigente desde 1979 hasta 2015, cuyos efectos se notarán todavía durante algunas décadas más. Para 2020 se estima que habrá 30 millones más de hombres que de mujeres buscando pareja.

La diferencia es tan patente que hasta hay una palabra -“shengnan”- para denominar a estos amantes rezagados. Sin embargo, por muy listos que estén para encontrar pareja, muchos ni siquiera saben dónde ni cómo empezar en esto del amor y el sexo.

Formalizar una relación se ha convertido, como si se tratase de una oposición muy demanda y con pocas plazas, en una carrera contrarreloj contra el resto de millones de aspirantes. Esta coyuntura obliga a algunos hombres a realizar grandes dispendios para encontrar esposa, algo común en el país asiático, o a ser todavía más creativos para destacar y convencer a la mujer.

No obstante, existe otra barrera más allá de la económica, ya que la mayoría de ellos no han recibido una educación sexual muy extensa. Suele ser un tema tabú en las familias y hasta el año pasado, señala ‘The Hufftington Post’, no se actualizó el ‘currículum sexual’ en las escuelas.

Esto nos deja con una generación de hombres que tiene que recurrir a soluciones tan variopintas como un ‘coach’ del amor, según un reportaje de ‘The New York Times’, muñecas sexuales o, como hace la gran mayoría, ver porno.

Allí, las normas que rigen el sexo son complejas y algo vagas. Si bien tiene algunos elementos liberales como la comercialización de juguetes eróticos, la pornografía es ilegal, pero a medida que internet fue ganando terreno en la sociedad china, también fueron surgiendo las maneras de superar ese obstáculo. Hecha la ley, hecha la trampa.

 

La ‘profesora’ Aoi

 

En este contexto una figura destaca sobre el resto. Puede que no sea muy conocida en Occidente, pero la actriz japonesa Sora Aoi, 34, es lo más parecido a una maestra del sexo que ha tenido el género masculino en el país más poblado del mundo. Su popularidad se disparó al principio del milenio, cuando surgían nuevos portales web, comunidades online y sitios de streaming a un ritmo vertiginoso.

Sobre su ascenso, Wai-ming Ng, profesor del Departamento de Estudios Japoneses de la Universidad de Hong Kong, asegura en la ‘BBC’ que “aprovechó el momento adecuado, cuando China se estaba abriendo al mundo exterior de varias maneras, incluso en términos de sexualidad”.

Durante la década que duró su carrera en el porno, y pese a que su trabajo estaba prohibido, Aoi gozaba de una popularidad incuestionable en el país asiático. Cuando en 2010 abrió su cuenta de Twitter, red social censurada por el gobierno, una avalancha de fans se lanzó al uso de una red privada virtual (VPN) para seguirla.

Aquella hazaña se conoce como “la noche de Sora Aoi” e incitó a que la actriz se abriese una cuenta en Weibo, la versión china de la red social. Asimismo, un revuelo parecido surgió cuando hizo público su matrimonio: en 48 horas, la publicación tuvo más de 170.000 comentarios y 830.000 ‘me gustas’.

Sin embargo, no todo el mundo considera que sea una buena influencia. Lin Yinhe, activista por los derechos LGTB y una de las sexólogas más importantes del país, ha advertido de que el porno no es una buena herramienta para aprender. A grandes rasgos, muestra el sexo de una manera exagerada y estereotipada y algunos hombres pueden sentirse defraudados cuando se comparan con los actores.

No solo se trata de un debate en China y otros lugares, sino que ya tiene respuesta por parte de la industria. ‘Pornhub’, la web de adultos con mayor número de usuarios, estrenó el año pasado un blog sobre salud y educación reproductiva para generar conciencia sobre temas como los anticonceptivos, las posturas o la anatomía.

Sea como fuere, y para desilusión de miles de hombres chinos, Aoi se retiró de la pornografía en 2011 y se reinventó como actriz y cantante. Ha sabido mantener su fama labrada durante sus años en la industria erótica y ahora hay hasta quien la ensalza como la mejor figura para mediar en la disputa entre las dos potencias asiáticas. Según confirma la ‘BBC’, hay un dicho popular que dice “las islas Diaoyu pertenecen a China y Sora Aoi pertenece al mundo”.

Al respecto, el profesor Ng sostiene que “sus seguidores, sin importar de qué país sean, sienten que pertenecen al mismo grupo”. Quizá la actriz porno no solo ha cambiado el sexo para siempre (atendiendo a la cantidad de gente en la que ha influenciado, lo ha hecho), sino que sirva de unión generacional entre Japón y China para recordar a las nuevas generaciones que tienen más en común de lo que creen.

 

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