En la cima de un cerro del kilómetro 24 en la ca­rretera vieja de Carora, fueron hallados en esta­do descomposición los cadáveres de José Grego­rio Mendoza (52) y su hi­jo Junior José Mendoza Sangronis (19) el pasado 31 de diciembre, quienes habían estado desapare­cidos por tres días.

Unos 15 metros separa­ban un cuerpo del otro. Ambos estaban bocarriba y tenían la piel entre colo­res negros y verde. José Gregorio tenía una heri­da de escopeta en el tórax y sólo vestía una bermu­da azul oscura y zapatos azules. Enredado en su hombro, había una can­timplora hecha con un pote de refresco.

Junior José presentaba una descarga de escopeta en la mandíbula. Carga­ba puesta una franela gris, un jean oscuro y za­patos deportivos blancos. A pesar de estar acosta­do, el puño izquierdo quedó elevado en el aire.A unos dos metros del cuerpo de Junior, habían dos cartuchos de escope­ta color rojo.

De acuerdo a sus fami­liares, José Gregorio vi­vía junto a su hijo en el caserío Pueblo Nuevo, muy próximo al cerro donde fueron hallados sus restos. Su cuñado,
comentó que padre e hijo habían salido en la ma­ñana de su casa a trabajar en la cría de chivos, pero no fueron vistos más desde entonces.

Como no sabíamos na­da de ellos, nos pusimos a buscar por todos estos cerros, hasta que final­mente los encontramos aquí”, reveló.

Con mucha dificultad, funcionarios del Cicpc llegaron hasta el sitio pa­ra colectar las evidencias y hacer levantamiento de los cuerpos.Debido a lo rudo del si­tio en el que fueron ha­llados, el Cicpc necesitó ayuda de los propios fa­miliares para bajar los cuerpos desde arriba.

Nota de: La Prensa