Elecciones en Uruguay: Un país que podrá a prueba su elogiada estabilidad política

Hace un mes el país celebró sus elecciones nacionales en una jornada sin sobresaltos, donde ciudadanos, políticos y organismos internacionales reconocieron los resultados que obligaron a la realización de una segunda vuelta, que es este domingo.

Se espera que el balotaje donde se definirá quién será el presidente del país por los próximos 5 años transcurra de igual forma y que al día siguiente la vida siga.

Pero eso presuntamente aburrido es lo que ahora tiene a Uruguay en el foco de analistas y medios, que una y otra vez destacan la estabilidad institucional del país en la convulsionada Sudamérica.

En el último par de meses las protestas callejeras pusieron en evidencia las profundas crisis políticas, económicas y sociales en Perú, Ecuador, Chile y Bolivia, país donde el presidente, Evo Morales, terminó renunciando y yéndose como exiliado político a México.

A esto se suma la creciente crispación en Colombia, los siempre tensos traspasos de poder en Argentina y la crisis de larga data que vive Venezuela.

Caetano está de acuerdo y ejemplifica: “En Uruguay sería impensable un fraude electoral. Las garantías electorales hacen que el conjunto de los ciudadanos no tenga dudas de que su pronunciamiento va a ser plenamente respetado sin importar quién gane o quien esté en el gobierno”.

A la presión que ejerce el turbulento contexto regional se suma un complejo escenario interno en lo político y socioeconómico.

Por eso, gane quien gane las elecciones, los analistas creen que Uruguay se enfrenta a una de las mayores pruebas a su elogiada estabilidad desde el regreso de la democracia.

Fragmentado y polarizado

Los dos candidatos que se disputan la presidencia son Daniel Martínez, por el oficialista Frente Amplio, y Luis Lacalle Pou, por el Partido Nacional.

Martínez, un ingeniero socialista de 62 años y exintendente de Montevideo, busca que la coalición de izquierda consiga su cuarto periodo de gobierno consecutivo.

Por su parte, Lacalle, un abogado de 46 años y actual senador, llega con el apoyo de otros cuatro partidos.

Cada una de estas coaliciones tienen sus propios desafíos que se verán reflejados sobre todo en el Parlamento, un órgano que tiene un enorme peso en el sistema semipresidencialista de Uruguay.

Desde que el Frente Amplio asumió la presidencia hace casi 15 años, siempre ha tenido mayoría parlamentaria, lo que le ha permitido gobernar sin necesidad de llegar a acuerdos.

Pero en el periodo de 2020 a 2025 ningún partido contará con mayoría absoluta. Y no solo eso: con una renovación de casi 70% de las bancadas, se tratará de un Congreso fragmentado y polarizado ideológicamente.

Caetano, quien afirma que Cabildo Abierto es en verdad de ultraderecha, cree que este “fenómeno inédito” en la historia de Uruguay es “una señal preocupante”.

Desde su creación hace tan solo ocho meses, este partido de ideas conservadoras y nacionalistas, liderado por el general retirado Guido Manini Ríos, ha estado rodeado de polémicas vinculadas al último gobierno de facto (1973-1985), las torturas y los detenidos desaparecidos durante el periodo.

Por eso Caetano cree que “su acreditación democrática está por verse” y que aporta “incertidumbre” al sistema sin importar quién resulte electo.

BBC