Los momentos hay que disfrutarlos al máximo y si la felicidad no está en ese lugar, debes buscar otro, pero en este caso, Adbert Alzoalay se convirtió en el pelotero más feliz en el terreno de juego al debutar, ganar y darse cuenta que había logrado su sueño, sin moverse del morrito.
La noticia de su llamado fue revelada al final de la rueda de prensa posterior al juego de Joe Maddon el miércoles por la noche, casi como una ocurrencia tardía. La decisión, mejorar el engrane del cuerpo de lanzadores del conjunto de los oseznos y el jueves, sucedió la hazaña para el nativo de Puerto Ordaz.
“Es increíble estar aquí con los Cachorros”, dijo antes del partido del jueves por la noche contra los Mets, en el que aún no sabía lo que lograría en el montículo.
Los Cachorros de Chicago ganaron 7 a 4 a los Mets de Nueva York, en un juego que Javier Báez pegó jonrón, Anthony Rizzo empujó dos y Steve Cishek salvó, pero ninguno fue más importante que el venezolano en la montaña.
El desafío lo inició Tyler Chatwood, que trabajó cuatro entradas, permitió seis hits, tres carreras (dos limpias), otorgó un boleto y recetó un ponche. Luego le tocó el turno a Adbert desaparecer las mariposas que rondaban en su estomago y enfocarse en hacer su trabajo.
“Hemos tenido muchas discusiones sobre el posible descanso de algunos de nuestros abridores”, dijo el martes el gerente general Jed Hoyer. “Y él está definitivamente en consideración cuando tenemos que encerrar a los jugadores”.
El mánager Joe Maddon agregó: “Esta es la situación perfecta. Salga y lance bien y luego haga las decisiones difíciles”.
Alzolay respondió con cuatro maravillosas entradas, en las que admitió un solo indiscutible, que fue un cuadrangular de Todd Frazier, de resto, lanzó primores convertidos en cinco ponches.
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