En las calles empedradas de Maracaibo, donde la historia y el misterio se entrelazan, persisten relatos que desafían la lógica y alimentan el temor. Entre los tranvías de mulitas y los primeros carros Ford que recorrieron la ciudad, se cuenta la historia de un pasajero misterioso. Un hombre impecablemente vestido, cuya presencia era tan discreta que parecía fundirse con el aire. Nadie sabía cómo ni cuándo subía a los vehículos, pero su figura se convirtió en un enigma que trascendió generaciones.
Los más antiguos aseguran que este pasajero no era de este mundo. “Eso era verdad”, dicen los pobladores. “Está el muerto del Club Alianza y la mujer que aparecía frente a la Cervecería Zulia. Se subía a los carros y desaparecía antes del Hotel del Lago”. Estas historias, narradas con voz baja y mirada inquieta, son solo el comienzo de los misterios que envuelven a Maracaibo.

Las tres mujeres de Santa Lucía, es uno de los relatos más escuchados se dice, que en las madrugadas, cuando el silencio se apodera de las calles, algunos aseguran haber visto a tres mujeres vestidas de negro. Caminan por las cercanías de Santa Lucía, con flores en las manos y el rostro oculto bajo velos oscuros. Su andar es lento, casi ritual, y quienes las han visto afirman que su presencia trae consigo un frío inexplicable. “Son almas en pena”, murmuran los vecinos, “buscando algo que perdieron hace mucho tiempo”.

Así mismo, la leyenda de El carromato de la calle Casanova, también cobra vida, se cuenta que a mediados del siglo XX, en las noches más tranquilas, se escuchaba el galope de caballos arrastrando un carromato desvencijado por la calle Casanova. “Se oía clarito”, recuerdan los ancianos. Pero cuando alguien salía a mirar, no había nada. Solo el eco de los cascos y el crujir de la madera desapareciendo en la oscuridad. Algunos creen que es el espíritu de un cochero que perdió la vida en un accidente, condenado a repetir su recorrido eternamente.

Don Abraham Belloso, un residente de El Bajito, comparte su experiencia con el misterio del Club Alianza. “Una noche, mientras caminaba por la avenida El Milagro, escuché un grito aterrador que decía: ‘Bartolooooooo, traemeee el cayucooooo’. Era como si la voz atravesara la oscuridad y llegara directo al alma. Desde entonces, evito pasar por allí después del anochecer”.
Por otro lado, Doña Gloria Rodríguez, quien ha vivido toda su vida cerca de Santa Lucía, narra un encuentro inquietante. “Eran como las tres de la madrugada cuando las vi. Las tres mujeres de negro caminaban por la calle, cargando flores y con la cabeza inclinada. No emitían sonido, pero sentí un frío que me caló los huesos. Desde entonces no salgo de casa a esas horas”.
Finalmente, Don Tomás González, conocido en la zona por sus historias, recuerda los ecos del carromato de la calle Casanova. “Lo escuché más de una vez. El galope de los caballos, el crujir de las ruedas, todo. Pero cuando salías, no había nadie. Solo el eco, como si los muertos recorrieran su camino”.
Zuleydy Márquez Noticias Barquisimeto