El serbio Novak Djokovic, 35 años, se convirtió en el cuarto hombre que gana siete veces Wimbledon y se acercó a un título de Grand Slam de Rafa Nadal con su 21º.
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Novak Djokovic revalidó corona en la ‘Catedral’ por cuarta vez consecutiva imponiendo su calidad constante sobre la genialidad desordenada de Kyrgios.
‘Nole’ no se descentró un minuto y batió a un Kyrgios parlanchín que ejecutó 32 aces: 4-6, 6-3, 6-4 y 7-6 (3) en 3h.00′.
El serbio Novak Djokovic mantuvo la hegemonía en las grandes ocasiones del ‘Big 3’ que conforma con Rafa Nadal y Roger Federer. No son de este mundo. Siempre hallan un remedio para frenar al aspirante. No se cansan de afrontar retos ni de ganar. Al contrario, se realimentan entre ellos y aceptan con ilusión que haya otros tenistas que osen tocar con osadía a la puerta de los más grandes.
El australiano Nick Kyrgios, 27 años y nº 40 mundial, es el rival más impredecible en una cancha de tenis. Un ‘bad boy’ capaz de dinamitar una pista con sus malos modos pero también de destrozar a cualquier rival en una tarde de máxima inspiración.
Kyrgios había batido las dos veces anteriores a Djokovic, en Acapulco e Indian Wells 2017. El ‘aussie’ ya no podría vacilar más al balcánico al respecto. A la hora de la verdad, fue ‘Nole’, 35 años y nº 3, quien comió una brizna de hierba e hizo el avión tumbado en el césped de la ‘Catedral’.
Wimbledon. Grand Slam. Djokovic. Una serie lógica porque el balcánico disputó un partido prácticamente perfecto para mantenerse sereno y no entrar en el caos del oponente, manejando la final con la experiencia de quien disputaba la 32ª récord de Grand Slam, octava en el All England Club.
Djokovic conserva su romance con Wimbledon. Sin rusos ni bielorrusos, tampoco puntos de ranking, pero con un campeón que lo hace por séptima vez, cuarta consecutiva. Sujetó al novato Kyrgios por 4-6, 6-3, 6-4 y 7-6 (3) en 3h.00′.
Inmune al espectacular comienzo del oponente, Djokovic sólo cometió 10 errores no forzados de fondo, más siete dobles faltas Todo lo demás, bien hecho. De ovación el rendimiento de quien iguala los siete Wimbledon de William Renshaw y Pete Sampras, que se pone a tiro de los ocho de Roger Federer.
Tras doce meses de vacío en Grand Slam, con la desagradable experiencia de una expulsión de Australia, Djokovic se enganchó a la carrera del mejor de la historia con su triunfo 21, a uno de Rafa Nadal, el mejor en Australia y Roland Garros, que debió dejar este evento sin disputar las ‘semis’ por una lesión muscular en el abdominal. No le impedirá estar en el US Open, que ahora mismo no podría disputar Djokovic por no haberse vacunado contra la covid. Se halla a expensas de que haya un cambio en las leyes de Estados Unidos al respecto o quedarse en casa.
Djokovic es el especialista del momento en césped. Son 29 partidos ganados consecutivamente en esta superficie, en Wimbledon, donde no conoce la derrota desde 2017. En la pista central habría que ir más atrás, a la final de 2013 contra Andy Murray, la única que ha cedido en este escenario. La nueva racha es de cuatro coronas consecutivas, apuntando a las cinco de Bjorn Borg y Roger Federer.
or la incertidumbre del particular personaje que compone Kyrgios. Estuvo muy parlanchín, especialmente reprochando a los suyos, familiares, amigos y ayudantes técnicos, que no supieran elegir exactamente cuándo animarle. Y quería un constante apoyo, como si de un encuentro de fútbol se trataste. Una contradicción con sus quejas por que el público no callaba entre saques.
“Esa mujer borracha, está loca, la de primera fila. La del vestido que parece se haya tomado 700 tragos”, indicó Kyrgios al impecable juez de silla francés Arnaud Lichtenstein, que le había cantado un ‘warning’ (aviso) previamente por ‘obscenidad audible’.
[+] Así fue la conversación de Kyrgios con el juez:
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Protestó, dio explicaciones, el australiano, pero lejos de acercarse a otro tipo de escándalos. Se controló más, oponiendo mayores problemas a Djokovic. Lanzó 30 ‘aces’, 66 golpes ganadores, por 33 errores no forzados. Aguantó mucho, no en instantes clave. Esos los leen como nadie los ‘Big 3’, ahora Djokovic.
Hubo buen rollo entre ambos en la ceremonia de entrega de trofeos. Bromearon entre su mala relación de antaño, redireccionada cuando Kyrgios protestó públicamente contra el trato a Djokovic en el proceso que derivó en su deportación del país de Nick, con raíces griegas paternas y malayas por vía materna. La fiesta la puso Djokovic con una monumental victoria. El partido tenía su trampa, la esquivó. Y se lo regaló a su esposa Jelena Ristic, en el octavo aniversario de su boda.
Mundo Deportivo
