“El que no se quería ir se fue”: El violinista Wuilly Ortega abandona el país y se va para EE.UU

Este martes se conoció a través del diario El Tiempo, de Colombia, que el violinista de las protestas Wuilly Arteaga, abandonó Venezuela, en un largo viaje a través de la frontera. Su destino: Estados Unidos.

Según reseña el diario ni siquiera su familia sabía en ese momento que estaba huyendo. Fue invitado a participar en el Oslo Freedom Forum, en Nueva York, organizado por Human Rights Foundation. Esa participación le sirvió de impulso para tomar la decisión de irse. Las amenazas, que se intensificaron en las últimas semanas, ya tocaron a sus personas cercanas.

Wuilly quedó libre el 16 de agosto. Aunque se atribuye su liberación a la gestión del Foro Penal Venezolano que consiguió medidas cautelares y a la presión mediática y de las calles, él no descarta que haya sido crucial el afamado músico venezolano Gustavo Dudamel.

El músico declaró al diario colombiano que el director de la Filarmónica de los Ángeles habló con el fiscal Tarek William Saab e intercedió por él. Ambos, Wuilly y Dudamel, se conocen personalmente desde los tiempos en que el más joven hacía parte del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, el mismo del que lo echaron –y se retiró– durante las protestas.

Después de salir de la cárcel, siguió tocando en una que otra manifestación. Iba a los hospitales donde estaban los heridos de las protestas. También volvió a El Paraíso a visitar a los amigos que habían quedado presos y a los guardias y militares: “La idea era esa, llevar la música también a ellos para que se dieran cuenta de que lo único que nosotros queríamos era tranquilidad”.

Aaron, su amigo, quedó libre el lunes de la semana pasada. Después de eso, Wuilly tomó una decisión que ya le había rondado la cabeza por semanas: irse. “Yo no quería salir. A mí me están amenazando hace dos meses, pero las persecuciones y amenazas se incrementaron. Me han perseguido mucho, no podía salir a la calle solo, se metían en mi casa…”. Ver que la seguridad de su familia podía estar en riesgo lo llenó de determinación.

Según confesó, las amenazas arreciaron después de que, al quedar libre, Wuilly, decepcionado, calificara de “falsos” a los líderes políticos. En esa declaración cayó también la oposición que, para él y los venezolanos que lo acompañaban esa noche en la capital de La Guajira, les dieron la espalda a los ciudadanos que se manifestaron al decidir participar en las elecciones regionales en Venezuela. Cuenta que, además de la persecución del Gobierno, se ganó enemigos en la oposición.

En la madrugada del 13 de septiembre, Wuilly la pasó en una terminal de transportes de Caracas, esperando un bus que lo llevara hasta Barquisimeto. No podía viajar en avión, para evitar que le retuvieran el pasaporte. Desde Barquisimeto tomó un “carrito” hasta Maracaibo. La Policía lo reconocía y lo detenía, pero logró llegar hasta esa ciudad, donde pasó la noche. En la madrugada tomó otro taxi que lo dejó en Maicao, La Guajira, y de ahí viajó hasta Riohacha.

Sin saber a dónde ir, su única certeza era que al día siguiente tenía un vuelo al mediodía hacia Bogotá, donde la figuración de los últimos meses le permitió viajar después a Nueva York.

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