El número exacto de bebés que debe tener cada mujer para salvar a la humanidad

Un nuevo y crucial estudio ha encendido las alarmas sobre una crisis demográfica silenciosa que amenaza la estabilidad poblacional global. Durante décadas, la tasa de fecundidad de reemplazo, fijada en 2,1 hijos por mujer, se consideró el umbral para mantener el equilibrio.

Sin embargo, la investigación revela que esta cifra crucial ignora un riesgo significativo: la estocasticidad demográfica. Este fenómeno, las fluctuaciones aleatorias en los nacimientos, puede llevar a poblaciones pequeñas a la extinción. El estudio concluye que el verdadero umbral de supervivencia es más elevado, especialmente en sociedades con desequilibrios de género y alta mortalidad.

La tendencia global de la natalidad presenta un panorama preocupante. La tasa de fecundidad mundial ha descendido de 5,3 hijos por mujer en los 60 a solo 2,3 en la actualidad. Dos tercios de la población mundial ya viven en regiones con natalidad por debajo del reemplazo. Países desarrollados como Italia (1,29), Japón (1,30), Corea del Sur (0,87) y EE.UU. (1,66) registran cifras alarmantemente bajas. En Japón, se proyecta una reducción del 31% de la población por generación si la tendencia persiste.

El estudio profundiza en la estocasticidad demográfica, mostrando que 2,1 hijos por mujer son insuficientes para poblaciones pequeñas. Modelos matemáticos revelan que variaciones aleatorias en el número de hijos conducen a la extinción. Esto ocurre a menos que la fecundidad supere un umbral crítico superior, estimado en 2,7 hijos por mujer en poblaciones equilibradas y con baja mortalidad. Por debajo de este límite, la desaparición poblacional es inevitable.

Un factor que agrava la crisis son los desequilibrios de género. El estudio muestra que un sesgo hacia nacimientos femeninos puede reducir el umbral de extinción. Esto se observa en sociedades bajo estrés como Afganistán o Sierra Leona, con una tasa de supervivencia demográfica de 0,60. En estos contextos, la natalidad requerida se eleva a 3,3 hijos por mujer, casi el triple que en Europa. En contraste, países desarrollados enfrentan el ‘estrés matrimonial’, con desequilibrios de género que impiden la formación de parejas.

Las consecuencias de esta crisis silenciosa van más allá de las cifras. Se estima que al menos el 40% de las 6.700 lenguas del mundo desaparecerán en el próximo siglo, perdiéndose un valioso patrimonio cultural. A nivel individual, el panorama es sombrío. En países con baja fecundidad, la mayoría de los linajes familiares se extinguirán en pocas generaciones. Incluso en poblaciones grandes, solo pocas familias preservarán su continuidad.

Los datos revelan una paradoja crucial: mientras la población global crece, comunidades enteras se erosionan silenciosamente. Para poblaciones pequeñas, la extinción es una certeza matemática sin superar los umbrales críticos. Las políticas actuales, centradas en el control del crecimiento global, ignoran los riesgos locales. Sin estrategias que aborden estos factores, la humanidad podría ver desaparecer naciones, lenguas y linajes por un fracaso aritmético lento e implacable.

Carla Martínez / Con información de RT