El nuevo Rafa Nadal tras el calvario de los últimos meses

“Disfruto cada día y no miro más allá”, señala Rafa Nadal, que ha pasado “momentos muy duros” por la lesión en el pie izquierdo, que ha hecho que variase su enfoque.

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“Las dudas continúan porque la lesión no tiene solución, hay que intentar buscar el camino para controlar el dolor”, señala el balear, de 35 años.

La tendinitis en las rodillas fue durante mucho tiempo la preocupación principal de Rafa Nadal. Era una de las consecuencias físicas de haber cambiado su biomecánica natural, los movimientos de serie, a partir de unas zapatillas y unas plantillas especiales que salvaron su carrera en 2005, cuando los exámenes revelaron que tiene el escafoides “partido por la mitad”, como él lo describe. Que sufre una lesión en esta sensible parte del pie izquierdo, el síndrome de Müller-Weiss.

Un mal crónico que el tenista y su equipo domaron hasta el año pasado, cuando ni el elevado umbral de dolor del paciente, acostumbrado a jugar con molestias, resultó suficiente para que se mantuviese en pista con un mínimo de capacidad competitiva.

Trampeó en el periplo de tierra batida de 2021, ganando el Godó y Roma, pero ya se le vio desesperado quitándose el vendaje y arrastrando una ligera cojera en la semifinal de Roland Garros que perdió ante Novak Djokovic. Las señales de alarma habían comenzado en 2020, el pie empezó a quejarse tras el parón por el confinamiento obligado cuando estalló la crisis sanitaria del coronavirus.

La prueba de agosto fue tan negativa que Nadal y sus próximos decidieron parar. Una operación en septiembre, “agresiva”, de acuerdo al calificativo empleado por el paciente, supuso una parada más en el camino hacia la búsqueda de un remedio. La incertidumbre duró hasta diciembre.

Mundo Deportivo