El manejo impulsivo: ¿Qué hay en la mente del conductor imprudente?

En cada esquina, la escena se repite sin descanso: un motorizado o un carro particular que se lanza a toda velocidad, intentando ganarle al semáforo en rojo, o simplemente ignorando las señales de tránsito como si fueran un adorno.

Lo que muchos ven como una simple «viveza criolla» o una «prisa» justificada, esconde en realidad un problema más profundo y peligroso. La imprudencia al volante no es solo una falta de respeto a las normas, es un espejo de la impulsividad y de una mente que, bajo presión, pierde la capacidad de pensar con claridad.

La vía pública, lejos de ser un espacio de convivencia, se ha convertido para algunos en un campo de batalla. Es la carrera diaria para llegar a tiempo, para «ganarle» a otro conductor, para imponerse en el caos del tráfico. Pero, ¿qué pasa por la mente de un conductor que decide arriesgar su vida y la de otros por unos pocos segundos?

La psicóloga Johanna Mujica lo explica con contundencia. «La imprudencia al volante no es solo un problema de falta de educación vial, sino que a menudo es un reflejo de factores psicológicos que debemos abordar. Una conducción segura comienza con una mente sana y consciente».

Señala que la prisa se ha vuelto el detonante principal. La vida agitada y llena de compromisos nos empuja a vivir con la soga al cuello, y esa prisa, lejos de ser productiva, nos lleva a tomar decisiones irracionales que ponen en peligro a todos. «Si sabe que tiene una cita importante, salga con tiempo de antelación. El estrés acumulado en su día no debe trasladarse a la carretera», enfatiza.

Barquisimeto no escapa a la realidad del tráfico. Los embotellamientos, los desvíos y la saturación de las calles son una fuente de estrés constante. Para algunos conductores, esta frustración se transforma en ira, en la necesidad de «desquitarse» con el entorno, acelerando sin control o respondiendo con agresividad.

«Si siente que la impaciencia, la frustración o la ira se apoderan de usted, deténgase un momento. Reconozca que estas emociones nublan su juicio y aumentan el riesgo de un accidente», recomienda la psicóloga. Su mensaje es claro: en la calle, el objetivo no es «ganar una carrera», sino llegar a destino. La prisa es un enemigo que nos puede costar caro, y la frustración, un combustible que nos lleva directo al desastre.

Una de las claves para una conducción más segura y humana, según la especialista, es la empatía. Es un ejercicio simple pero poderoso: ver a los otros conductores, a los motorizados y a los peatones no como obstáculos, sino como personas que también tienen un destino.

«Póngase en el lugar de los demás. Imagine que la persona que va a su lado tiene un familiar esperando en casa», propone Mujica. Entender que compartimos el mismo espacio y que cada acción tiene un impacto en la seguridad colectiva, fomenta una conducción más respetuosa y, por ende, menos agresiva. La calle no es un ring, es un espacio de todos.

En un mundo cada vez más acelerado, la carretera se ha convertido en un reflejo de nuestra mentalidad. Las calles de Barquisimeto nos recuerdan a diario que la prudencia no es solo una norma, sino una forma de vida. Es hora de bajar la velocidad, de respirar profundo y de entender que una vida vale mucho más que unos pocos segundos de ventaja.

Carla Martínez / Noticias Barquisimeto