“El cristiano y su participación en la vida política”: Por Nelson Torcate (opinión)

Revisando la historia antigua, se encuentra que desde la sociedad griega se concibe a la política como una actividad que crea condiciones sociales y ambientales para un correcto desarrollo de la vida humana en libertad y justicia.

Revisando la historia antigua, se encuentra que desde la sociedad griega se concibe a la política como una actividad que crea condiciones sociales y ambientales para un correcto desarrollo de la vida humana en libertad y justicia.

Los principales filósofos griegos propusieron la dialéctica entre realidad y modelos ideales con la finalidad de establecer estrategias de acción para los gobiernos y para el ciudadano. El pensamiento político en la Grecia antigua sigue siendo hoy un punto de referencia para el debate sobre el futuro de la política y del modelo democrático en las sociedades actuales.

La constitución pastoral “Gaudium et Spes” (GS), del Concilio Vaticano II, nos habla sobre la Iglesia Católica en el mundo contemporáneo, y uno de sus seis temas se lo dedica a la comunidad política. Este documento conciliar establece que: “el bien común abarca el conjunto de aquellas condiciones de vida social con las cuales los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección” (GS, n 74).

El dialogo amistoso con el mundo contemporáneo que plantea la Gadium et Spes traduce la solidaridad que la Iglesia siente hacia el ser humano y su historia y exige al mundo actual la unidad fraternal del género humano. La composición de la sociedad moderna debe colocarse al servicio de esta unidad.

Es necesario garantizar que todos los seres humanos puedan vivir juntos en el planeta, pues este es, patrimonio de todos. Hacer realidad este objetivo implica que cada uno tenga en cuenta a los demás, que en la sociedad se manifieste la justicia, la benevolencia y el compromiso individual y colectivo.

El mundo concretará su misión siempre y cuando la humanidad fortalezca la verdadera unidad como especie. El cristiano debe involucrase en todo lo que tenga relación con la dimensión humana del hombre y más aun en la relación con la sociedad. La actividad política es por excelencia una actividad donde lo humano juega un papel preponderante y por lo tanto exige responsabilidad de la fe cristiana, lo cual refuerza la elección moral.

Las exigencias de la sociedad en el siglo XXI reclaman una autentica transformación del sistema democrático, dejando en el pasado la democracia liberal representativa y profundizando la participación protagónica del hombre en su devenir diario. Se exige un nuevo parlamentarismo donde cada persona pueda contribuir en forma directa en la solución de sus problemas en un debate de ideas y propuestas en forma abierta, plural, con respeto y tolerancia de todos los puntos de vista; y es aquí en esta realidad donde el cristiano debe insertarse en el tejido social y participar de la actividad política en forma ética, aportando todo cuanto el Espíritu le inspire para el logro del bien común y la satisfacción de las necesidades de la humanidad con énfasis preferencial de los más desposeídos.

Dr. Nelson Torcate Méndez