El Barça se impone al Real Madrid en la final de la Supercopa de España 3-1

Gavi se lleva por delante a un Madrid transparente en defensa y le da su primer título a Xavi. Naufragio general de los blancos. Courtois evitó una derrota mayor.

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Un Clásico, aunque sea en edición de bolsillo como este, acobarda. Como se esperaba, Xavi se ahorró un extremo para completar con De Jong, junto a Busquets, Gavi y Pedri, un centro del campo más armado. No lo había hecho hasta ahora en sus cuatro duelos anteriores con el Madrid, pero tampoco entonces el estado de necesidad (de títulos) era tan palpable. Así que presentó una fórmula mixta, con una especie de doble pivote (Busquets más De Jong), Pedri de mediapunta y Gavi acostado a la izquierda. Y una defensa notablemente menos adelantada de lo que acostumbra. El respeto de Xavi al Madrid no se quedó solo en sus palabras ante la Prensa.

Ancelotti, en cambio, ya había estado ahí antes. En los partidos estratégicos siempre metió a Valverde en la ecuación en perjuicio de un tercer punta, y no quiso cambiar esta vez pese a la baja de Tchouameni. O quizá precisamente por ese contratiempo, que le suponía al equipo un déficit muscular. Así que reincidió en Camavinga, que es arma de doble filo: sobrado de pulmones, corto de oficio. Tiene demasiadas distracciones al volante. Volvió a durar un tiempo.

El comienzo fue de ajedrez. Araújo repitió como marcador de Vinicius y este escapó mucho de la banda para confundir. La primera vez que coincidieron el uruguayo le aplicó una patada al tobillo muy peligrosa que De Burgos se saltó.

Defensa de verbena

Rompió la calma Lewandowski, que remata sin avisar. A diferencia de Benzema, no inventa goles, simplemente no los deja escapar. Sus dos primeras intervenciones fueron un cabezazo que se marchó alto y un zapatazo seco que le sacaron entre Courtois y el palo. El belga es medio Madrid, una alerta naranja para el equipo. El otro medio es Benzema, el primero en responder. En un centro de Mendy buscó un cabezazo a contrapié, muy de su repertorio, al que le sobró un palmo de picante. Todo en medio de un dominio azulgrana entre moderado y severo, con más amenazas que remates. El Madrid se dejaba hacer, esperando tiempos mejores, que suelen llegar en el contragolpe propio o la desesperación ajena.

Pero lo que llegó fue un tiempo peor, en una cantada de Rüdiger, un fichaje que ya está bajo investigación. Le mandó un pase de castigo a Camavinga, que perdió el pulso con Busquets y Dembélé, Pedri, Lewandowski y Gavi le dieron un trámite rápido a la jugada para poner al Barça por delante.

El gol describía bien el partido: un Barça superior táctica y anímicamente, con la sal de Pedri y la pimienta de Gavi, había dejado en nada a un Madrid sin dirección, abandonado por Modric y Kroos, superadísimos, y de azúcar en defensa. Quedó demostrado también en el segundo tanto. Carvajal se pasó de optimista al intentar cortar un pase de De Jong muy fuera de su alcance y le entregó su banda a Gavi, ya entonces dueño del Clásico, que le sirvió el tanto a Lewandowski. La cosa apuntaba ya al 0-4 del Bernabéu de hace menos de un año.

Siempre Gavi

A partido perdido, Ancelotti metió a Rodrygo, un jugador de área, pero ahí no se ventilaba el partido. El 0-2 obligaba a una presión para el que este Madrid posmundialista no tiene energía. Así que el partido siguió siendo un abrumadoramente del Barça. Courtois restó dos goles más, ante Dembélé y Courtois, sin más protección que su anatomía. Todas las disputas cayeron del lado azulgrana, un indicativo que mide a partes iguales las fuerzas y las ganas.

El telón al partido lo echó Gavi, que recibió de Lewandowski y esperó a que Pedri llegar al segundo palo para entregarle el tercer gol ante un Madrid ya en ruinas en el que solo Vinicius seguía sin sacar la bandera blanca. Solo entonces pudo con Araújo, que le superó a veces por la buenas y debió ver la roja por las malas.

La cosa andaba tan decidida que los últimos cambios de Ancelotti tuvieron vistas al futuro. Sacó a Kroos y Modric, soldados que valen para otras guerras, y dejó un centro del campo inédito: Ceballos, Valverde, Asensio. Tiempo de danza para el Barça entre olés de la grada. Se estaba dando el gustazo que llevaba dos años negándosele, aunque Benzema acabará mitigando el dolor blanco con otro gol que solo cuenta para él. Si la cosa era colgarse la medalla y dejarle un mensaje al eterno rival, la jugada resultó perfecta. Es de suponer el que Madrid tomará nota.