“Dios no me ha abandonado”: José Antonio Juárez busca un milagro para su salud

En medio del ajetreo de Barquisimeto, se encuentra José Antonio Juárez, un hombre cuya vida ha dado un vuelco inesperado. A sus 60 años, y luchando contra una grave enfermedad que le impide trabajar, ha hecho de las calles su único recurso. Su historia de dignidad y perseverancia, es un eco de las dificultades que muchos enfrentan y un llamado directo a la compasión, buscando en la generosidad de otros la oportunidad de recuperar su salud y su vida.

Hace años, a José le diagnosticaron un lipoma de grasa con sangre, una condición médica que, en sus inicios, parecía un problema menor. Sin embargo, con el tiempo y sin un tratamiento adecuado, el lipoma ha ido creciendo, alimentándose, según él, de pequeñas venas que lo nutren constantemente. La situación se agravó drásticamente después de dos eventos traumáticos: un accidente de tránsito donde fue chocado por detrás y una aparatosa caída de tres metros. Estos incidentes, como él mismo explica, «completaron» el daño, exacerbando la condición y acelerando el crecimiento del tumor.

El lipoma no solo ha crecido, sino que ha invadido su bienestar. «Me ha afectado los cinco sentidos a través de los años», relata con una voz marcada por el cansancio. Sufre de vértigo, insomnio crónico y una visión deteriorada, síntomas que han convertido su vida diaria en un calvario. La constante incomodidad y el dolor le han robado la paz, dejándolo con un insomnio severo. «Es rara la noche que yo duermo toda la noche», confiesa.

A pesar de las adversidades, la principal motivación de José para seguir luchando es su familia. «Tengo una familia, tengo esposa, tengo hijos menores», explica, desmintiendo la idea de que pide ayuda por comodidad. Su pensión como jubilado del gobierno no es suficiente para subsistir, una realidad que, según él, es un secreto a voces en la Venezuela actual. La escasez de alimentos y medicinas lo ha obligado a dejar la vergüenza de lado y buscar el sustento en las calles.

José se traslada diariamente desde el caserío Palo Verde, en el municipio Andrés Eloy Blanco, hasta Barquisimeto, un arduo viaje que emprende con la esperanza de que un alma caritativa le brinde una mano. A menudo se le puede ver en puntos neurálgicos de la ciudad, como la Av. Vargas con Av. Venezuela, la Av. Lara con Av. Los Leones, o la Av. Venezuela con Av. Bracamonte, donde se acerca a los vehículos con una petición de auxilio.

Su objetivo es reunir el dinero para los exámenes preoperatorios y los insumos que su cirugía requiere. Él sabe que la operación es su única oportunidad para recuperar su salud y su vida. «Sigo luchando, primeramente por mi vida y en segundo lugar por lograr mi meta», afirma, demostrando una fe inquebrantable en que su situación puede mejorar. «Si alguno de los gente gubernamental tiene posibilidades de ayudarme, pues que me brinden la mano», añade, con la esperanza de que su mensaje llegue a quienes puedan marcar la diferencia.

Un llamado a la solidaridad

La historia de José Antonio Juárez es un recordatorio de que la solidaridad sigue viva. Él asegura que «mucha gente generosamente» le ha brindado su ayuda y que «Dios no me ha desamparado». A través de su fe y la bondad de extraños, ha logrado mantenerse a flote, pero la meta de la cirugía sigue siendo un desafío.

Para quienes sientan el llamado a ayudar a José, aquí está la información para colaborar:

  • Pago Móvil: 0426-251-4058
  • Cédula: 9.619.026
  • Bancos: Banco de Venezuela o Banco Provincial

Carla Martínez / Noticias Barquisimeto