Desde limpiadores hasta confesores: Todo el personal del cónclave jurará secreto bajo excomunión

A pocas horas del inicio del cónclave para elegir al sucesor del papa Francisco, el Vaticano ha reforzado drásticamente las medidas de seguridad en torno al proceso, advirtiendo al personal de apoyo con la máxima sanción eclesiástica por cualquier filtración de información: la excomunión automática.

Según fuentes vaticanas, este lunes se llevará a cabo la ceremonia de juramento en la Capilla Paulina, donde todos los trabajadores asignados al cónclave prestarán juramento de silencio. Esta medida sin precedentes abarca a un amplio espectro de empleados, desde personal de limpieza y cocineros hasta conductores y enfermeros, así como a clérigos en roles secundarios, confesores multilingües y médicos que estarán al servicio de los cardenales electores.

La amenaza es clara y contundente: cualquier revelación de lo que acontezca dentro de los muros del cónclave, el secreto mejor guardado del Vaticano, conllevará la excomunión ipso facto. Esta grave sanción, reservada para delitos de especial trascendencia dentro de la Iglesia Católica, implica la exclusión del fiel de la comunión con los demás creyentes y la privación del acceso a los sacramentos.

El marco legal que sustenta esta rigurosa exigencia de secreto fue establecido originalmente por San Juan Pablo II en 1996, pero fue el papa emérito Benedicto XVI quien, antes de su histórica renuncia en 2013, endureció los términos del juramento. Su intención fue inequívoca: asegurar la absoluta confidencialidad del proceso de elección papal y disuadir cualquier intento de divulgación indebida.

El juramento al que se someterá el personal exige mantener un “secreto absoluto y perpetuo” sobre todo lo que vean, oigan o conozcan durante el cónclave. Además, se les prohíbe estrictamente el uso de cualquier tipo de dispositivo de grabación dentro del recinto donde se desarrollará la votación.

Esta medida subraya la extrema importancia que el Vaticano concede al secreto del cónclave, un proceso considerado sagrado y fundamental para la continuidad de la Iglesia Católica. La amenaza de excomunión busca garantizar la libertad de los cardenales electores para deliberar y votar en conciencia, sin presiones externas ni la influencia de la opinión pública.

El mundo observa con atención los preparativos finales para el cónclave que comenzará este miércoles, consciente de que el hermetismo que lo rodea es una tradición centenaria, ahora reforzada con la más severa de las sanciones religiosas para aquellos que osen romper el silencio.

Carla Martínez / Con información de A24