De la mesa familiar al scroll infinito: ¿Cómo perdimos la esencia de comer?

La mesa familiar, ese santuario de conversaciones, risas y el inconfundible aroma a comida casera, parece haberse transformado en un simple punto de recarga. Un lugar donde no se comparten historias, sino megabytes. En los hogares de Barquisimeto, como en muchos rincones del mundo, la estampa se repite: un niño absorto en la tablet mientras su sopa se enfría, o una familia completa en una arepera, con los ojos fijos en sus teléfonos en lugar de en la persona de enfrente.

Comer se ha vuelto un acto mecánico, un check en la lista de tareas diarias que realizamos con la atención dividida. Ya no se trata de saborear un pabellón o de disfrutar una cachapa con queso de telita. Ahora, es una pausa breve entre notificaciones y el siguiente video viral.

Pero, ¿cuáles son las consecuencias de esta distracción constante a la hora de comer? No se trata solo de la pérdida de un ritual social. Los expertos nos advierten que las repercusiones van más allá de lo emocional y social, afectando directamente a nuestra salud.

«Comer sin conciencia es un riesgo»

Para entender mejor este fenómeno, hicimos una investigación en diferentes páginas de salud, para conocer los riesgo de no comer con conciencia. El uso de pantallas durante la comida se ha normalizado. ¿Qué efectos tiene esto en nuestro cuerpo?

«Lo que muchos no saben es que la digestión comienza mucho antes de que el alimento llegue al estómago. Comienza en el cerebro. Cuando nos sentamos a comer, nuestro cerebro debería estar enfocado en ese acto. Al ver, oler y saborear la comida, se activan una serie de señales que preparan a nuestro sistema digestivo para procesar los alimentos de forma eficiente. Cuando estamos distraídos con el teléfono, nuestro cerebro no envía estas señales correctamente».

Entonces, ¿la digestión se ve afectada? «La falta de atención hace que mastiquemos menos, traguemos aire y comamos más rápido. Esto puede llevar a problemas como la indigestión, gases y reflujo. Además, al no ser conscientes de lo que comemos, tendemos a no registrar la señal de saciedad, lo que nos lleva a comer en exceso«, menciona un especialista citado en BBC.

¿Y qué hay del riesgo de atragantamiento? ¿Es algo real? «Es un riesgo muy real, sobre todo en los niños. Un niño que está completamente concentrado en una caricatura no es consciente de que tiene comida en la boca. Puede tragar sin masticar adecuadamente, lo que aumenta la probabilidad de atragantamiento. Los padres deben ser muy cuidadosos con esto». Dijo la nutricionista Carolina Gallardo en el programa Paso a Paso tv.

Cuáles serían las recomendaciones para los barquisimetanos que quieren recuperar la buena práctica de comer en familia: «desconéctense para conectarse». Apaguen el televisor, dejen los teléfonos en otra habitación. Hagan de la mesa un espacio sagrado, libre de distracciones. Hablen de cómo les fue en el día, compartan anécdotas. Si es posible, involucren a los niños en la preparación de la comida. Que aprendan a valorar los alimentos. Comer es un acto de amor y de nutrición, no solo para el cuerpo, sino también para el alma.

El sol del mediodía en Barquisimeto ilumina las mesas vacías de distracción. Es momento de un cambio. De apagar la pantalla y encender la conversación. De volver a saborear cada bocado y a reencontrarnos con la calidez de quienes tenemos en frente. La próxima vez que te sientes a comer, pregúntate: ¿Estoy comiendo para vivir, o simplemente estoy scrolleando para sobrevivir?

Oriana Lorenzo / Noticias Barquisimeto