Los amigos que comer­cializan en las calles de Barquisimeto el cafecito para el sueño están pa­sando la de caín. Lo que vendían antes ya no es lo mismo que venden aho­ra, la mercancía se les terminaba en menos de 8 horas, hoy pasan esas mismas horas trabajan­do, pateando calle y tra­tando de hacer el día.

La gente se queda con ganas de tomar un cafeci­to, pasan y nos quedan mirando pero no com­pran porque no tienen efectivo, nos dicen que está muy caro. pero igual nosotros nos levantamos bien temprano para desperar Barquisimeto con café, alguien nos compra”, me contó Thaís Carrasco mientras me servía el mejor café que probé en mucho tiempo.

También hablé del tema con el pana José Carrillo, Carlos Rodríguez y Luz Villazmín, todos ellos despiertan al dormido en la calle pero están preo­cupados por su dinerito y los altos costos de lo que tienen que comprar para poder trabajar; la azúcar y el café en kilo les cuesta casi un ojo, además de los paque­tes de vasos que también salen caritos.

Ante esto los panas han disminuido el número de termos con los que sa­len a la calle,“nos han ca­ído las 10 plagas de Egip­to, trabajábamos con 5 termos y ahora sacamos 2 y aún así nos queda producción” dijo el ven­dedor Carrillo.

Además, se quejan de tener que comprar hasta el agua porque por sus hogares no les llega y me contaron que los cafeci­tos pasaron de costar 200 bolívares el más pequeño a 3000, el mediano de 4000 a 6000 , todos los precios varían según la hora, igual la gente ha dejado de comprarles úl­timamente.

 

NB