Coco: la Película de Disney que no te querrás perder

La película de Lee Unkrich y Adrian Molina es un canto al respeto por el sincretismo mexicano. El espectador disfrutará, en  1 hora 40 minutos que dura la película,  los 6 años que sus creadores tuvieron que invertir en comprender ese universo mágico del Día de Muertos, una conmemoración que cada 2 de noviembre honra a los ancestros fallecidos.

No se trata de una típica historia animada de buenos y villanos tal como nos acostumbró la industria. Tampoco es una película “para niños” con su consiguiente sesgo; Coco es una película para todas las edades de modo necesario.

Es un verdadero laberinto de emociones que se teje en una impecable puesta en escena, desde el inicio hasta el final. Se trata de una película distinta en su argumento, desarrollo, clímax y desenlace.

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La película de mayor estándar investigativo de Disney -entendiendo que se trata de una mirada fuera del tanque- es la más taquillera de la historia del cine en México y promete romper otros récords en su patio natural: América Latina, sin que ello niegue todo lo que ya está pegando en Asia, Europa y en el resto del mundo pues el tema de la muerte a todos nos interesa, y justo el punto es de qué manera se le mira.

El título de la cinta surgió por lo curioso que resultó para los creadores encontrar a muchas abuelas de nombre Socorro,  llamadas cariñosamente ‘Coco’, en diferentes pueblos de México.

El Día de muertos en México es un ritual familiar y también una fiesta para el reencuentro. Los cementerios, que siempre están amorosamente cuidados y limpios, ese día se bañan de pétalos de flores y se iluminan con velas en una vigilia que involucra compartir alimentos, bebidas, música y levantar los altares para conectar con aquellos que se fueron.

El sistema matriarcal de la sociedad indígena y por herencia de nuestras culturas se ve reflejado a lo largo de la trama. Miguel, un niño que quiere ser músico, busca cumplir su sueño aún y cuando su familia se lo prohíbe por un motivo secreto. Nunca faltan los secretos.

Luego interviene la maestría del equipo de animación en dar una interpretación surrealista al color de México, no en vano el prólogo está contado desde el papel picado que se cuelga en las fiestas populares. Luego, los dos mundos, el de los muertos, con sus dimensiones de tiempo-espacio, tranvías voladores, pirámides, mariachis y casas michoacanas. El de los vivos, de calles empedradas, vendimias, palenques y la sacralidad de la mesa bien servida.

Coco es una película lacrimógena. Difícil es hacerse el fuerte cuando el rostro de la bisabuela llena la pantalla, cuando un padre suplica que no lo olviden, cuando el perro y el gato callejero resultan ser espíritus protectores, superiores hasta cobrar estatura de alebrijes; o cuando tantos muertos amados regresan apacibles y protectores a las casas de sus descendientes cada  2 de noviembre por la noche, incluidos los héroes populares muertos casi siempre de manera trágica.

De este modo sin saberlo, el espectador se siente en su propio territorio cultural, porque se cuenta a México y se cuenta al continente al mismo tiempo. No es más que puro realismo mágico el que cautivó a Lee Unkrich, un brillante cineasta estadounidense de 50 años, montador también de las archifamosasToy Story y director de la número tres.

La banda sonora es otro punto y aparte. Cuando el intro de la Cenicienta que identifica a Disney aparece versionado en mariachi, el espectador recibe el boleto para empezar a asombrarse. El reparto que da vida a las voces de la cinta es otro acierto. Gael García, Marco Antonio Solís, la escritora y periodista Elena Poniatowska, América Ferrara, Jamie Camil y César Costa entre otros, fusionan la historia e interpretación de modo consistente.

¿Qué pasaría si pudiéramos volver a ver a nuestros familiares fallecidos?  A soñar se ha dicho.

Información de: Panorama.