Científicos identifican neuronas clave en la regulación de la ansiedad y la depresión

Investigadores del Instituto de Neurociencias (IN) de Alicante, centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH) de España, descubrieron un grupo específico de neuronas en la amígdala cerebral que desempeñan un papel determinante en la ansiedad, la depresión y las alteraciones del comportamiento social.

El hallazgo, publicado en iScience y compartido por la ministra del Poder Popular para Ciencia y Tecnología, Gabriela Jiménez Ramírez, en su canal de Telegram, abre vías para abordar afecciones como la depresión, el autismo y la esquizofrenia desde una perspectiva neurobiológica.

Según explicó el investigador del CSIC, Juan Lerma, líder del laboratorio de Fisiología Sináptica del IN, ya se sabía que la amígdala está implicada en la ansiedad y el miedo. Sin embargo, este estudio ha logrado identificar un subconjunto específico de neuronas cuya actividad descompensada es suficiente para generar comportamientos patológicos.

Para llegar a esta conclusión, el equipo trabajó con ratones modificados genéticamente para sobreexpresar el receptor cerebral GluK4, activado por el glutamato, un neurotransmisor clave en la comunicación neuronal. Esta modificación reproduce una duplicación génica observada en algunos casos de autismo y provoca un aumento en la fuerza de la señal entre neuronas. Los ratones modificados presentaron comportamientos de ansiedad y aislamiento social “muy similares” a los observados en personas con trastornos del espectro autista o esquizofrenia.

Mediante técnicas de ingeniería genética y el uso de virus modificados, los científicos lograron restaurar el equilibrio de excitabilidad neuronal en una región específica de la amígdala. Esto permitió reactivar la comunicación con otro grupo de neuronas inhibidoras en otra zona de la amígdala que actúan como frenos naturales para controlar la ansiedad.

Al respecto, el primer autor del estudio, Álvaro García, comentó que «ese simple ajuste ha sido suficiente para revertir comportamientos relacionados con la ansiedad y los déficits sociales».

La prueba se hizo también en ratones no modificados; los investigadores aplicaron el mismo procedimiento en roedores que presentaban un estado de ansiedad intrínseca, en los que «también fue efectivo». «Esto revalida los resultados y aporta la confianza de que el mecanismo identificado no es exclusivo de un modelo genético concreto, sino que puede representar un principio general sobre cómo se regulan estas emociones en el cerebro», agregó Lerma.

Este estudio demuestra que intervenir en circuitos neuronales específicos podría revertir síntomas emocionales y sociales, lo que representa una esperanza para el desarrollo de terapias más precisas y efectivas.

Carla Martínez / Con información de VTV