Mientras Barquisimeto avanza en sus aspiraciones de modernización, una de las herramientas fundamentales para su desarrollo urbano y fiscal permanece desfasada: el sistema catastral del municipio Iribarren. Lo que en su momento fue modelo nacional de organización y referencia técnica, hoy representa una estructura anacrónica que entorpece la planificación urbana, la prestación de servicios y la gestión eficiente del territorio.
Según el experto en gestión catastral y extrabajador del municipio hasta 2018, Elian Fernández, los problemas actuales del catastro «responden a una combinación de desactualización de la información, métodos de valoración obsoletos, fragmentación de los datos entre distintas instituciones y falta de recursos humanos y tecnológicos especializados». A su juicio, la situación se ha agravado por «la ausencia de voluntad política para modernizar una herramienta que impacta directamente en la vida cotidiana de los ciudadanos».
Entre los principales problemas, Fernández destaca que gran parte de la información registrada —como los límites de propiedades, sus usos, construcciones o propietarios— no corresponde a la realidad física ni jurídica actual. “Existen construcciones nuevas que no aparecen en los mapas oficiales, cambios de uso que no han sido actualizados y propiedades que, en términos legales, tienen inconsistencias. Esto genera inseguridad jurídica para los propietarios y complica la recaudación equitativa de impuestos”, advierte.
Otro de los aspectos críticos es la dispersión de la información. “Los datos están repartidos entre el Registro Inmobiliario, oficinas de planificación urbana, la alcaldía, e incluso en archivos físicos aún no digitalizados. Esto imposibilita tener una visión integral del territorio”, señaló.
Fernández también alertó sobre los métodos de valoración catastral, que considera «desfasados con respecto a la realidad del mercado inmobiliario barquisimetano». Esto, explica, se traduce en subvaloraciones o sobrevaloraciones que afectan directamente la justicia fiscal: “Una vivienda en el este de la ciudad puede pagar impuestos inferiores a otra de menor valor en una zona popular, por el simple hecho de que no se ha actualizado la base de datos”.
Para abordar estos desafíos, el especialista plantea un paquete de soluciones integrales que implican, en primer lugar, la realización de un levantamiento masivo mediante tecnologías modernas como drones, imágenes satelitales y Sistemas de Información Geográfica (SIG), complementado con brigadas de campo que puedan verificar in situ los cambios en los inmuebles.

Asimismo, propone la creación de una plataforma tecnológica unificada que centralice la información del catastro, con capacidad de interoperar con otros sistemas como el del SENIAT, el SAREN y el Registro Inmobiliario. Esta plataforma también debería incorporar un portal de consulta ciudadana, que permita a los usuarios verificar los datos de sus propiedades y realizar gestiones de forma rápida y transparente.
En cuanto a la valoración inmobiliaria, aboga por la implementación de modelos de valoración masiva, ajustados periódicamente con estudios de mercado y validados por expertos. “No se trata solo de cobrar más o menos impuestos, sino de hacerlo con justicia y coherencia técnica”, puntualizó.
El fortalecimiento del recurso humano es otro de los pilares fundamentales. “Se requiere personal capacitado y bien remunerado, con formación continua en temas como topografía, legislación catastral, SIG y tecnologías emergentes. También es clave dotar a las oficinas de equipos como estaciones totales, GPS de precisión y software especializado”, afirmó.
La pelota, como se dice popularmente, está en la cancha de los concejales de Iribarren. Son ellos quienes tienen la potestad de legislar, de actualizar la normativa, y de darle el empuje necesario para que este proyecto, vital para la ciudad, deje de ser una promesa y se convierta en una realidad. La comunidad barquisimetana, desde el emprendedor que busca abrir un negocio hasta la familia que construye su hogar, espera que sus representantes actúen.
Empresarios, académicos, gremios profesionales y hasta en las calles el tema del catastro resuena entre quienes entienden la importancia de una gestión pública eficiente. Usuarios suelen expresar su frustración ante la lentitud de los procesos municipales y la necesidad de modernización. No es un capricho; es una urgencia que Barquisimeto se ponga al día.
La modernización del catastro no es una promesa electoral ni un simple proyecto tecnológico; es una prioridad estratégica para ordenar el desarrollo urbano, fortalecer la recaudación fiscal y garantizar transparencia. La ciudadanía exige respuestas concretas. La institucionalidad debe actuar.
Rubén Conde/Noticias Barquisimeto