Astros de Houston caminan entre sombras

La llegada al complejo de los Astros de Houston estuvo acompañada de un silencio sepulcral y un cordón de seguridad totalmente distinto a lo que se pudo vivir un año antes de cara a la temporada 2019. Sin duda alguna, sabíamos que estábamos entrando en terreno frágil.

Durante el receso de temporada, Major League Baseball anunció la sanción al equipo texano por haber utilizado, en 2017, un sistema tecnológico para robar las señas de los contrarios y haciendo trampa al juego; dejando así a los siderales como presa fácil a los cazadores y convirtiéndolos en blanco de críticas e, incluso, insultos por parte de los detractores.

Cruzamos la puerta para recoger nuestra credencial y, de inmediato, se sintió como si entrásemos a una cárcel de máxima seguridad. El frío y el silencio dentro del edificio de los Astros, en el complejo FITTEAM Ballpark of the Palm Beaches, eran los principales protagonistas, mientras que un policía con un perro guardián rondaba el área para prevenir que hubiese cualquier artefacto explosivo.

“Por favor ubíquense al lado izquierdo para revisar el área”, acotó el policía.

Sin duda, era la antesala de un ambiente tenso y no nos equivocamos.

Al abrirse las puertas del clubhouse de Houston fuimos testigos de un lugar no muy amigable. Atrás habían quedado esos días de música y bulla entre los peloteros. En esta oportunidad todo era distinto.

Solo los más novatos eran quienes hacían acto de presencia en el salón. Algunos jugaban cartas, otros estaban embelesados con sus teléfonos móviles sin hacer el más mínimo ruido. Los lockers de José Altuve, Carlos Correa, George Springer y Alex Bregman solo mostraban las pertenencias de cada uno, pues ninguno se encontraba sentado a la espera de un día más de entrenamiento.

En medio de la sala, las miradas de los jugadores hacia los periodistas que se encontraban cubriendo las prácticas dominicales se sentían como puñales afilados preparados para defenderse.

En una esquina, Zack Greinke posó su mirada fijamente a uno de nosotros mientras bebía, sentado, un café de Dunkin Donuts, dejando claro que si alguien lo embestía, estaría preparado para atacar. Sin duda, era la otra cara de la moneda, al compararse a aquel clubhouse los días previos a la campaña 2019, cuando todo era alegría y jolgorio.

“Muchos dicen que estamos asustados y no es así”, fueron las palabras de Javier Bracamonte, catcher de bullpen del equipo. “Estamos enfocados en lo que será esta temporada. Tenemos que tapar bocas ahora”, refutó.

Era impresionante ver cómo un equipo pasó de ser el más querido e incluso ejemplo para muchos, a uno de los más odiados de todo el beisbol por lo sucedido en 2017.

“Tenemos que seguir adelante y asumir nuestra responsabilidad. Solo Dios podrá juzgarnos y nosotros vivir con esa tranquilidad espiritual”, aclaró Omar López, quien fungirá como coach de primera base del equipo en este 2020.

A las afueras del edificio, un nutrido grupo de aficionados esperaban por ver a sus ídolos. Lo hecho por los Astros, parecía no importar; ahora tocaba pasar la página y seguir jugando pelota para recuperar la confianza de los aficionados.

Aplausos a cada uno de los peloteros era lo que se escuchaba mientras ellos caminaban hacia el terreno de práctica, dejando claro que la motivación aún estaba allí. Rasgada y machacada, pero seguía ahí.

Un aficionado vestía una camiseta con la cara de Dusty Baker (mánager) que decía In Dusty we trusty (En Dusty nosotros confiamos), resaltando la presencia del nuevo mánager del equipo sideral y única persona que podrá encaminar a estos muchachos a una senda ganadora, a pesar de mostrar cierta y tensión sobre cómo será esta nueva temporada de Grandes Ligas.

El día cerró con una victoria de los Astros sobre Cardenales de San Luis, además de una buena asistencia al juego de exhibición, en el que el cariño de los fanáticos se hizo sentir.

“Será una temporada interesante”, finalizó Altuve, quien en medio de abucheos y aplausos se ha erigido como el verdadero capitán de este equipo.

Lider