Así suena el ‘electrocaribe’, una música venezolana nacida de múltiples ritmos

“Soy mi propio mánager, pero además productor, compositor, arreglista, publicista, periodista y hasta llevo mis redes sociales”. Así pueden resumirse las tareas que debe cumplir un músico alternativo en la Venezuela actual. Y Akilin sabe que son roles que se desprenden de cualquier “proyecto artístico en gestación”.

Aunque no es periodista, debió aprender “lo básico” para poder escribir “una nota de prensa elegante” o conocer “los flujos de las redes sociales” y ‘postear’ en las horas con mayor tráfico de usuarios.

En ocasiones, confiesa, “toca pedirle ayuda a diez ‘panas’ (amigos) para que tuiteen contigo” un video o un tema musical a una hora determinada. “Uno se la inventa y se reinventa” en medio de la crisis económica para vivir sin dejar de ser artista, dice Akilin.

Béisbol y música

Akilin nació como Aquiles Rengifo el 26 de marzo 1980 en la parroquia Coche, al sur de Caracas. Como muchos niños venezolanos, se inició en los deportes utilizando las calles y sus canchas improvisadas. Pasó por varios deportes antes de que su mamá lo acercara a la música.

Akilin, músico venezolano multiinstrumentista que fusiona la electrónica con géneros de raíz tradicional. / Cortesía Indira Carpio Olivo

Si bien el béisbol significa la iniciación deportiva de muchos niños de esta nación latinoamericana, el cuatro lo es para los músicos. Se trata del instrumento nacional, declarado patrimonio del país en 2013.

Aquiles tenía apenas ocho años de edad cuando se acercó por primera vez a un cuatro, y casi de inmediato descubrió que se le hacía más fácil aprender los secretos de los instrumentos de cuerda que las clases de física y química.

Alternó la secundaria con otros cinco años de estudios de guitarra en un conservatorio capitalino. “Pero nunca dije a ningún compañero que yo tocaba instrumentos”, revela el músico.

Para cuando ingresó a la Universidad Central de Venezuela (UCV) a estudiar administración, en 1998, ya había aprendido a tocar cuatro, guitarra, piano y tumbadoras. Sin embargo, antes de iniciarse en el análisis de los problemas organizacionales y funcionales de una empresa, encontró un cartel que invitaba a audicionar en la Trapatiesta, una agrupación de música tradicional.

Mostró sus conocimientos con el cuatro y la guitarra, y de inmediato lo aceptaron. “Allí decidí asumirme como músico”, recuerda Akilin.

Quizá por eso no le fue difícil decidir, en 2004, entre su acto de grado y una gira por Europa con la banda SonTizón. “Me fui de gira”, dice Aquiles. “Mi título lo busqué después, pero nunca he ejercido esa profesión”, añade.

Todos los ritmos

De la música tradicional que hacía el grupo Trapatiesta y la Estudiantina Universitaria de la UCV, pasó al Grupo Herencia, que cultiva la tradición de los tambores de raíz africana.

Luego integró la banda caraqueña SonTizón, que fusionaba la salsa, un género musical ampliamente difundido en Caracas, con ritmos como el ‘hip-hop’, el ‘ska’ o el rock.

El músico venezolano Akilin ha creado una forma musical a la que bautizó como ‘electrocaribe’. / Cortesía Indira Carpio Olivo

Más recientemente integró en Bituaya, una banda donde Akilin compone toda la música bajo su propuesta de integrar ritmos urbanos, donde predomina la música electrónica, “enriquecidos por toda la diversidad de la cultura que es de vital existencia en el Caribe”, explica el artista. Esa propuesta musical, Akilin decidió llamarla ‘electrocaribe’.

Esta forma de hacer música nació de “una búsqueda”, explica Akilin, experimentando con la mezcla de “sonidos urbanos con géneros de raíz tradicional”.

El ‘electrocaribe’ venezolano se inscribe en una corriente experimental de la música caribeña que ha tenido exponentes en Colombia (Bomba Stereo, ChocQuibTown o Systema Solar), República Dominicana (Rita Indiana), México (Nortec Collective), Perú (NovaLima) y Argentina (Chancha Vía Circuito, Villa Diamante). Se abre paso en cada país bajo nombres tan disímiles como ‘tropical bass’, ‘electrópico’, ‘folktrónica’ o ‘folklore digital’.

Akilin ha dedicado tanto tiempo a sus estudios musicales como a la investigación de los géneros tradicionales de Venezuela, muchos de ellos de raíz africana.

“Sentí que con el ‘electrocaribe’ hay una oportunidad de generar y de crear fuera de la música más difundida en la ciudad, como la salsa, el son o el rock mestizo”, señala el multiinstrumentista.

Lo de Aquiles no es música tradicional. “Alguno pueda sentirse ofendido, pero yo tomo elementos de ese tipo de música para fusionarlos, es una herramienta. Pero no paso por encima de las tradiciones del país“, detalla.

Crisis y música

También en el arte se percibe la crisis económica de Venezuela. Akilin, que había experimentado un ritmo creciente de su actividad artística, debió “frenar y pensar” sobre otras maneras de crear y subsistir sin alejarse de la música.

El músico venezolano Akilin considera que ‘el electrocaribe’ es una oportunidad de crear. / Cortesía Indira Carpio Olivo

Se vio “obligado por las circunstancias”, dice, a producir “música para publicidad”. Más recientemente, trabajó para una película venezolana a punto de estrenarse llamada ‘Caribian Drim’. Otra alternativa, cuenta Akilin, es conseguir alguna posibilidad de pago en divisas extranjeras “por el trabajo artístico y musical”.

Asegura que la crisis motorizó el aumento de su producción musical, gracias “a una obligada introspección luego de ver mermar conciertos y giras”. “Unos se replantean y se van del país, otros nos decidimos por probar opciones para sobrellevar esta etapa”, dice el compositor.

Tecnología, ¿a favor o en contra?

En esa búsqueda, Akilin debió “entender” el mundo de las redes sociales ya no como un usuario, sino desde la perspectiva del que las emplea para captar o llegar a otros.

“La tecnología toma cada vez más espacios”, considera el músico, y en ese aluvión de contenidos “la transculturización marcha a pasos agigantados, y por eso creo que la identidad es un asunto de interés nacional”.

De cualquier forma, opina, las redes sociales tienen un espacio fundamental, incluso “vital e imprescindible para cualquier proyecto musical”, porque la sociedad se ha trasladado a esos espacios y “cada vez menos gente mira televisión”.

Aquiles piensa que la llamada ‘democratización’ de las redes sociales “es una ilusión”, no obstante “uno debe emplear esa herramienta” tecnológica para “colar en el sistema su propuesta musical”. Y aunque experimenta con su electrocaribe, “es importante no descuidar nuestra propia música”, opina Akilin.

De la misma tecnología se nutre su propuesta, fusión donde se mueren los purismos. Ha logrado participar con grupos de música balcánica en Lituania, por ejemplo, o atravesar una burka iraní, viajar hasta donde la administración probablemente no lo hubiese desenterrado, haciendo de su mente, su voz, y sus manos, su propia empresa. De Coche (Caracas), para el mundo.

Ernesto J. Navarro.

Con información de: RT