Aprende a manejar la ansiedad de comer sin parar y tu peso

Ansiedad de comer
Ansiedad de comer

Saltarnos alguna comida por estar trabajando y compensarlo comiendo de más en la siguiente. Revisar la nevera y picotear cada hora. Comer rápido y de pie porque llegamos tarde. Cenar cualquier cosa. Abrir un paquete de dulces antes de dormir. Sin darnos cuenta, podemos adoptar algunos de estos malos hábitos cuando estamos estresados. Y debemos esforzarnos para evitarlo, porque comer por ansiedad tiene repercusiones en nuestra salud física y mental.

No hay una causa universal para el malestar que nos hace comer. Como explica Melania Vargas, psicóloga especialista en TCA del centro de nutrición Júlia Farré, nuestros problemas pueden surgir desde cualquier ámbito de nuestras vidas. “Lo que se ve desde fuera es el problema con la comida, pero lo que ocurre es que esta persona no puede gestionar una situación determinada, sea en el ámbito que sea”. 

El entorno laboral, las relaciones de pareja o de amistad, la relación con uno mismo o la situación o circunstancias por las que estamos pasando pueden ser causa de estrés para muchos de nosotros. Y comer es un mecanismo de defensa muy práctico, porque tenemos la comida a mano, y muy natural para nuestro cuerpo.

Leer tambien: Chayanne crea conciencia en redes sociales, después de vacunarse contra el covid-19 y publicar una fotografía del momento

Ansiedad de comer

No pasa nada si hacemos esto una vez o dos. El problema viene cuando la comida se convierte en nuestro único mecanismo de alivio. Porque no suele apetecernos comida sana, sino que recurrimos a alimentos que nos gustan y nos reconfortan. Y estos normalmente llevan mucho azúcar o grasas, se absorben fácilmente y no nos llenan, por lo que poco tiempo después volvemos a tener hambre. Al final, la ansiedad, que ya es un problema de por sí, acaba teniendo otras repercusiones en nuestra salud física y mental.

“Cuando pasamos por un estado de estrés”, explica Berzosa, “nuestro cerebro provoca un aumento del cortisol. Esta hormona es importante para nuestro metabolismo y para el control de la función inmunológica. Se activa con el estrés para dar a nuestro organismo una respuesta acorde”. Pero si pasamos por una época de ansiedad generalizada, la respuesta de nuestro cuerpo empieza a fallar por agotamiento. “Empiezan a estropearse el metabolismo y el sistema inmunológico, y se pueden desarrollar diabetes, osteoporosis, fatigas crónicas, aumentos de peso…”, justifica la experta.

Círculo vicioso

Todo esto solo consigue que nuestro malestar inicial empeore. Es muy probable que, al coger peso, nuestra autoestima y autoconcepto baje, y nos sintamos culpables y frustrados. Con esto nuestro estrés aumenta y nuestra alimentación no mejora. “A medida que se va comiendo mal, aparece la fatiga, se duerme peor, se estimula menos la inquietud por hacer deporte… Nos metemos en una rueda de mala salud habitual.” 

Y, aunque en este tipo de situaciones no se puede generalizar, es muy probable que nuestra salud mental se lleve la peor parte. Según la psicóloga clínica, “en una persona en situación de vulnerabilidad, se abre la puerta a trastornos muy graves. Por un lado, se puede llegar a un cuadro depresivo que quizás no tenía. O personas que han pasado antes por algún tipo de trastorno alimentario pueden recaer en ellos”.

Leer tambien: The Flash: la película estrena nuevo logo al inicio de la producción

Mantener na Dieta

Todo esto ocurre porque, como han señalado las expertas, hay un problema de identificación y gestión de emociones. Vargas, que ha centrado su carrera en las terapias en psiconutrición, habla sobre lo importante que es dar herramientas a las personas que pasen por esta situación para que no necesiten recurrir a la comida. 

“Una parte importante es trabajar cómo ha sido la relación de la persona con la comida, pero también sus relaciones sociales y con ella misma. Saber si tiene baja autoestima, si se exige mucho, si es impulsiva o si le cuesta poner límites… Todas estas cosas influyen en cómo gestionamos una situación difícil”, apunta.

Es importante que, si nos damos cuenta de que estamos ansiosos o de que estamos comiendo por estrés, pidamos ayuda. La prevención es mucho más sencilla, y nos ahorraremos el malestar emocional que provoca comer mal. Pero también podemos trabajar algunos aspectos por nosotros mismos, y aquí ambas profesionales coinciden en cuáles son las recomendaciones que funcionan.

Ejercicio físico

Desconectar y relajarse

En primer lugar, practiquemos algún tipo de ejercicio físico. Con salir a andar un rato cada día ya sería suficiente, aunque mucho mejor si podemos practicar algún deporte que nos interese especialmente. También son muy buenas actividades como el yoga, que pueden ayudarnos a desconectar y relajarnos.

Escribir un diario

Tomar conciencia de las emociones

También es muy importante tomar conciencia de cuáles son nuestras emociones. En este sentido, Vargas y Berzosa recomiendan escribir. Si al final del día nos paramos a apuntar qué cosas nos han ocurrido y cómo nos sentimos, lo gestionamos con más facilidad. Leer y escribir requiere un proceso mental distinto a solo darle vueltas a esas mismas cuestiones en nuestra cabeza. Esto no solo nos ayuda a identificar los sentimientos negativos; también sirve para detectar qué cosas nos hacen sentir bien.

Leer tambien: Michael Keaton volverá a interpretar a Batman en The Flash

Buenos Hábitosalimenticios

Controlar qué, cómo y cuándo comemos

Identificar el hambre fisiológica 

Y por último, sobre todo, debemos fijarnos en cómo nos alimentamos. Comer por ansiedad parte de un hambre emocional, que es difícil de controlar, y debemos aprender a diferenciar esta sensación del hambre fisiológica. Podemos empezar por marcarnos unos horarios para las comidas y no saltarnos ninguna de las cinco que deberíamos tomar.
La calidad de la alimentación también es importante. Todos sabemos que la comida basura no nos ayuda; es mucho mejor incluir más verduras en nuestra dieta, por las vitaminas y el calcio que nos aportan. Y analicemos también nuestra actitud a la hora de comer: ¿lo hacemos de pie? ¿Muy deprisa? ¿O viendo la tele? ¿Masticamos bien? Observando estas cosas, poco a poco seremos más conscientes de uno de los procesos más importantes que realiza nuestro cuerpo, y evitaremos que tenga un impacto negativo en nuestra salud física y mental.