Ángelus | Papa Francisco: “En Cuaresma, abramos el corazón y podremos alegrarnos del perdón de Dios”

Profundizando sobre el Evangelio dominical, el Santo Padre recordó que en esta Cuaresma, estamos llamados a “acoger la luz en nuestra conciencia”, en particular en el Sacramento de la Reconciliación, “para abrir nuestros corazones al amor infinito de Dios, a su misericordia llena de ternura y bondad”

Vaticano | Este domingo, IV Domingo de Cuaresma, conocido como “Domingo Laetare”, es decir, “Alégrate”; el Papa Francisco reflexionó sobre la liturgia eucarística que comienza con esta invitación: “Alégrate, Jerusalén …” (cf. Is 66,10).

El Papa Francisco rezó el Ángelus desde la ventana del Palacio Apostólico

En este contexto, el pontífice explicó que la fuente de esta alegría proviene del amor de Dios: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn. 3,16); y precisamente este mensaje gozoso es el corazón de la Fe cristiana, el amor de Dios “ha encontrado la cima en el don del Hijo”.

La esencia de estas palabras se desprende del diálogo nocturno entre Jesús y Nicodemo, y sobre la cual el Papa Francisco profundiza: “Nicodemo, como todo miembro del pueblo de Israel, esperaba al Mesías, identificándolo como un hombre fuerte que juzgaría al mundo con poder. Jesús pone en crisis esta expectativa presentándose bajo tres aspectos: el del Hijo del hombre exaltado en la cruz; el del Hijo de Dios enviado al mundo para la salvación; y el de la luz que distingue a los que siguen la verdad de los que siguen la mentira”.

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El Hijo del Hombre

En cuanto a estos tres aspectos, el Obispo de Roma hizo hincapié en que Jesús se presenta en primer lugar como el Hijo del Hombre; haciendo referencia al relato de la serpiente de bronce (cf. Números 21:4-9), que, “por voluntad de Dios, fue levantada por Moisés en el desierto cuando el pueblo fue atacado por serpientes venenosas; quien había sido mordido y miraba la serpiente de bronce se curaba. Del mismo modo, Jesús fue levantado en la cruz y los que creen en Él son curados del pecado y viven”.

IV Domingo del Tiempo de Cuaresma

El Hijo de Dios

En este sentido, destaca el Santo Padre que, “Dios Padre ama a los hombres hasta el punto de “dar” a su Hijo: lo dio en la Encarnación y lo dio al entregarlo a la muerte. El propósito del don de Dios es la vida eterna de los hombres, Dios envía a su Hijo al mundo no para condenarlo, sino para que el mundo se salve por medio de Jesús. La misión de Jesús es misión de salvación, para todos”.

Jesús es la Luz

En el Evangelio se dice que, vino “la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz. La venida de Jesús al mundo provoca una elección: quien elige las tinieblas va al encuentro de un juicio de condenación, quien elige la luz tendrá un juicio de salvación. El juicio es la consecuencia de la libre elección de cada uno: quien practica el mal busca las tinieblas, quien hace la verdad, es decir, practica el bien, llega a la luz. Quien camina en la luz, quien se acerca a la luz, hace buenas obras”.

Por tal razón, el Papa Francisco recordó, que estamos llamados a vivir plenamente estos aspectos durante la Cuaresma: “acoger la luz en nuestra conciencia, en particular en el Sacramento de la Reconciliación, para abrir nuestros corazones al amor infinito de Dios, a su misericordia llena de ternura y bondad”.

Finalizó impartiendo la Bendición Apostólica

Finalmente, resaltó lo siguiente: “Así encontraremos el gozo verdadero y podremos alegrarnos del perdón de Dios que regenera y da vida”; y concluyó pidiendo a María Santísima que nos ayude a no tener miedo de dejarnos “poner en crisis” por Jesús ya que, “es una crisis saludable, para nuestra curación; para que nuestra alegría sea plena”.

AV / Con información de Vatican News