Alarma entre los pilotos por los nuevos Fórmula 1: Han perdido campo de visión y el ‘marsopeo’ les provoca mareos

La nueva normativa ha cambiado ligeramente la posición de conducción de los pilotos y, de momento, es un problema.

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La temporada 2022 de Fórmula 1 supone un cierto regreso al pasado desde el punto de vista técnico. La dificultad para adelantar sin el ‘dopaje’ del DRS hizo que los responsables de la normativa se replanteasen la concepción de los monoplazas y para ello miraron a años atrás. 

La solución fue relativamente sencilla: eliminar los apéndices aerodinámicos y fomentar el efecto suelo que en los años 70 y 80 (cúlmen de las batallas en pista) dio pie a memorables carreras. El problema es que la evolución propia de la Fórmula 1 ahora juega en su contra.

Conseguir el efecto suelo es relativamente sencillo: más alerón delantero, focalizar el diseño para que el aire ’empuje’ hacia abajo y evitar el exceso de reconducción del flujo aerodinámico hacia el fondo plano. Para ello rediseñaron por completo los monoplazas, con alerones delanteros de un máximo de cuatro planos y sin apéndices. 

Sin embargo, hecha la ley, hecha la trampa: para que el rendimiento aerodinámico no se pierda, los monoplazas de este año se levantan mucho más de delante. Se ve perfectamente en la cámara ‘on-board’ del Mercedes W13 de Lewis Hamilton que, pese a todo, no es de los que más se elevan. Eso implica una recolocación en la posición de conducción que, a día de hoy, supone un problema.

En privado, algunos pilotos se han quejado de que pierden campo de visión. Al ir ligeramente más reclinados que con los coches de la normativa previa, el punto ciego de visión justo delante de su monoplaza se amplía, lo que aumenta el riesgo de accidente. Ahora los pilotos podrán acercarse mucho más unos a otros para adelantar, dado que el aire ‘sucio’ es menor y no provocará tantas turbulencias… pero lo harán a ciegas.

Pese a las alarmas iniciales, los pilotos confían en que esto se solvente. “En las cámaras ‘onboard’ parece que vas viendo lo mismo que los pilotos, pero no es así”, explicaba Daniel Ricciardo, de McLaren, en declaraciones recogidas por ‘Autosport’. “No se ve tanto. Este año se ve menos que otros, pero luego te acostumbras y encuentras nuevos puntos de referencia. Con el tiempo será más fácil, pero probablemente este aspecto no haya mejorado desde los viejos tiempos, cuando iban sentados justos en la parte de delante del coche y mucho más altos”, relataba el ‘aussie’.

Para él, de hecho, este puede ser un punto interesante: “Siempre hay puntos ciegos en el coche, así que también tienes que tirar mucho de tu intuición cuando se compite rueda a rueda. Esto también es parte del arte de una buena batalla. Entonces, usas tus otros instintos o confías en otras cosas para lograr un movimiento o defenderte bien. Creo que habrá que esperar un poco más para que nos adaptemos, especialmente en los primeros días de 2022, pero quizá en un par de carreras ya no lo notaremos”, zanjó al respecto.

Si bien este factor tiene una solución tan simple como adaptarse, el otro gran problema de los nuevos coches es más complejo: toca hablar del ‘porpoising’.

El ‘marsopeo’ que provoca mareos

La imagen de los test de Barcelona de los monoplazas dando botes en la recta de meta como si un coche ‘lowrider’ se trataran generaron muchos comentarios. El problema del ‘porpoising‘, cuya traducción más aproximada es ‘marsopeo‘ (se asemeja a la manera de nadar de los delfines), no tiene una fácil solución.

Dicho en corto, este es un problema endémico de la búsqueda del efecto suelo. Los cambios de rasante del asfalto, bien por baches, bien porque sencillamente no son plenamente rectos, hacen perder el apoyo aerodinámico en el morro de los coches, lo que hace que se despeguen y empiecen a botar. No es un problema de un solo equipo, ya que muchos lo han padecido, especialmente los que han apostado por morros mucho más bajos como el Ferrari

La Scuderia afirma que tiene una solución fácil que se probará en los test de Bahréin, si bien esto implicará una remodelación del fondo plano que, quizá, comprometa sus prometedoras prestaciones. Otro método para arreglarlo sería emplear suspensiones activas, como empezaron a usar los monoplazas de principios de los 90, pero este tipo de sistemas están prohibidos desde 1993… oficialmente.

Mientras se arregla o no, este fallo endémico (y relativamente previsible, ya que se veía en los inicios del aprovechamiento del efecto suelo) de la normativa, los pilotos se lamentan de lo que puede suponer para ellos. En la imagen de Charles Leclerc pegando botes en la recta se ve perfectamente el violento movimiento del casco, mareante y profundamente molesto. Lo único que puede hacerse para evitar esta suerte de ‘twerking‘ es levantar el pie o frenar, algo que obviamente no quieren hacer los pilotos bajo ningún concepto.

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