¿En que cosas perdemos interés cuando envejecemos?

A medida que cumplimos años, es natural que nuestras prioridades e intereses cambien. Lo que antes nos llenaba de emoción, como la vida nocturna o las actividades arriesgadas, puede dar paso a un anhelo por la tranquilidad y las conexiones significativas. La psicóloga Samira Castillo nos explica qué hay detrás de este proceso, que no es una pérdida, sino una reorientación hacia lo que verdaderamente importa.

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¿Qué dice la psicología sobre los cambios en nuestros intereses a medida que envejecemos? ¿Es un proceso natural y universal, o varía mucho entre personas?

La psicología demuestra que los cambios en nuestros intereses son una parte natural y universal del envejecimiento. En la juventud, la vida se centra en la exploración y la búsqueda de logros, pero con los años, tendemos a reorientar nuestras metas hacia el bienestar emocional y las relaciones significativas.

Sin embargo, la forma en que esto se manifiesta es única para cada persona. Factores como la personalidad, la salud y la cultura hacen que algunos mantengan sus pasiones de toda la vida, mientras que otros experimentan una transformación más profunda. «No se trata de perder motivaciones, sino de ajustarlas a lo que resulta más valioso en cada momento de nuestra existencia», afirma Castillo.

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¿En que cosas perdemos interés cuando envejecemos?

Más allá de la edad: la comodidad como prioridad

Más allá de los cambios físicos, ¿qué otros factores psicológicos, sociales o biológicos influyen en que perdamos interés en ciertas cosas, como la vida nocturna o las actividades de alto riesgo?

La pérdida de interés en ciertas actividades es un fenómeno complejo. A nivel psicológico, priorizamos la estabilidad y el descanso por encima de la novedad constante. Socialmente, las responsabilidades familiares y de salud influyen en nuestros estilos de vida. Biológicamente, el cerebro madura y cambia nuestro sistema de recompensas, lo que antes era emocionante, ahora puede no tener el mismo atractivo.

Castillo señala que esto es una reorientación natural hacia lo que aporta mayor sentido y satisfacción, más que una simple pérdida de interés. Es un ajuste que nos permite encontrar un nuevo equilibrio en la vida.

La comodidad no es pasividad: es bienestar

¿Cómo se relaciona este concepto de «comodidad» con el bienestar psicológico en la vejez?

En la vejez, la comodidad no se refiere solo a la ausencia de esfuerzo físico. Según la psicóloga, se trata de vivir en entornos y rutinas que generen seguridad, tranquilidad y satisfacción. Este tipo de comodidad reduce la ansiedad y nos permite enfocar nuestra energía en lo verdaderamente valioso: disfrutar de las relaciones, los intereses personales y un sentido de propósito.

«La comodidad no es sinónimo de pasividad, sino de encontrar un equilibrio que potencie la calidad de vida», asegura Castillo. Es un estado que nos permite vivir plenamente, sin la presión de la novedad constante.

Un signo de madurez: la seguridad en uno mismo

¿A qué se debe este cambio? ¿Es un signo de una mayor autoestima o de un desapego del entorno social?

Este cambio es un signo de maduración psicológica. A medida que envejecemos, la autoestima se estabiliza y disminuye la necesidad de validación externa. Esto nos permite priorizar lo que realmente nos hace sentir bien, como las relaciones auténticas y las actividades que aportan bienestar.

No es un alejamiento del entorno, sino una selección consciente. Elegimos menos, pero mejores vínculos y experiencias. La comodidad, en este sentido, es un reflejo de una mayor autoconfianza y un enfoque en lo que tiene verdadero sentido para nosotros.

psicóloga Samira Castillo
psicóloga Samira Castillo

A medida que cumplimos años, la psicología revela que nuestras prioridades se reorientan de forma natural hacia lo que realmente nos importa. No se trata de una pérdida de interés o una pasividad, sino de una madurez que nos lleva a buscar la comodidad y el bienestar.

Como explica la psicóloga Samira Castillo, esta transformación nos permite pasar de la búsqueda constante de nuevas experiencias a la priorización de la tranquilidad, las relaciones significativas y un sentido de propósito. En lugar de sentir la presión por la validación externa, aprendemos a valorarnos a nosotros mismos y a elegir las experiencias y vínculos que nos llenan de verdad.

En esencia, este cambio es un ajuste consciente que nos permite encontrar un equilibrio que potencia la calidad de vida y el sentido de lo que es realmente valioso.

Por: Edwin «Sports» Hevia Cadevilla / NB