Más que una bebida: El alcohol como toxina que amenaza tu sistema digestivo

El consumo excesivo y prolongado de alcohol representa una sobrecarga peligrosa para el hígado, el órgano principal encargado de metabolizar esta sustancia. Las enfermedades hepáticas causadas por el alcohol son un problema de salud pública de gran envergadura, con consecuencias que pueden ser fatales.

El Dr. Daniel Padrón, un reconocido gastroenterólogo, explica que “Las enfermedades hepáticas causadas por el consumo de alcohol, también conocidas como enfermedad hepática alcohólica (EHA), son un grupo de afecciones que se presentan debido al consumo excesivo y prolongado de bebidas alcohólicas”. El galeno subraya que, cuando el hígado se ve sobrecargado, el alcohol y sus subproductos dañan directamente las células hepáticas.

Tres etapas de daño progresivo

El Dr. Padrón detalla que el daño hepático avanza en tres etapas principales. La primera es el hígado graso (esteatosis hepática), una condición reversible caracterizada por la acumulación de grasa en las células del hígado. “Esta afección desaparece si se deja de beber alcohol”, afirma el especialista. Aunque generalmente no presenta síntomas, puede causar una sensación de pesadez o malestar en la parte superior derecha del abdomen.

La segunda etapa es la hepatitis alcohólica, una inflamación grave que puede ser mortal. Es el resultado de un daño directo a las células hepáticas. Sus síntomas incluyen ictericia (coloración amarillenta de la piel y ojos), fiebre, náuseas, vómitos, dolor abdominal y pérdida de apetito. El Dr. Padrón destaca que, si bien el daño es irreversible, dejar el alcohol puede mejorar los síntomas y detener la progresión de la enfermedad.

La etapa final e irreversible es la cirrosis alcohólica. “Se desarrolla después de años de inflamación y daño, donde el tejido hepático sano es reemplazado por tejido cicatricial (fibrosis), lo que impide que el hígado funcione correctamente”, detalla el Dr. Padrón. El daño es permanente y puede derivar en una insuficiencia hepática, e incluso, requerir un trasplante de hígado.

Más allá del hígado: Otros trastornos digestivos

El impacto del alcohol no se limita al hígado. El gastroenterólogo advierte que “el consumo excesivo de alcohol también puede causar otros problemas digestivos”. Entre ellos, la pancreatitis, una peligrosa inflamación del páncreas que puede provocar diabetes. El alcohol también irrita las mucosas del tracto gastrointestinal superior, causando esofagitis y gastritis, lo que aumenta el riesgo de úlceras.

Adicionalmente, el alcohol interfiere con la absorción de vitaminas y minerales esenciales, llevando a graves deficiencias nutricionales. El Dr. Padrón concluye con una advertencia contundente: “El alcohol es una toxina que afecta gravemente el sistema digestivo, especialmente al hígado. El daño es progresivo, y el cese del consumo es fundamental para prevenir la progresión de la enfermedad y mejorar el pronóstico”.

Carla Martínez / Noticias Barquisimeto