Acoso escolar: El enemigo silencioso que sabotea el rendimiento académico

El eco de la campana del recreo ya no es el mismo para muchos niños y jóvenes. Los pasillos escolares, en lugar de ser un lugar de encuentro y aprendizaje, se han convertido en un campo de batalla silencioso. Las miradas, las burlas y los empujones son las armas de un depredador que va más allá del patio de la escuela: el bullying. Este tipo de violencia sistemática y continua se infiltra en las aulas, saboteando el proceso más vital: el aprendizaje.

El acoso escolar no es una simple «broma pesada». Es un ataque continuo contra una víctima que mina no solo su estabilidad emocional, sino también su rendimiento académico. «El bullying no solo ataca la autoestima de la víctima, sino que también desactiva su capacidad para aprender, generando un impacto profundo y duradero», explica la Lcda. Ana María Parra, una psicóloga infantil con amplia experiencia.

Para que un niño pueda absorber conocimientos, debe sentirse seguro, valorado y con la libertad de cometer errores. Sin embargo, el acoso escolar destruye por completo ese entorno. La Lcda. Parra describe al bullying como un «depredador del potencial académico».

La psicóloga explica la paradoja del cerebro bajo amenaza constante: «Un cerebro bajo asedio constante, como el de una víctima de acoso, se enfoca en la supervivencia, no en el aprendizaje». Esta barrera invisible, pero impenetrable, impide que el estudiante se concentre en la clase, procese la información y retenga lo que se le enseña.

El impacto psicológico del acoso tiene una consecuencia directa en la participación en el aula. «Si un niño cree que es ‘tonto’ o ‘inútil’ debido a las constantes burlas, no se arriesgará a participar, a hacer preguntas o a intentar resolver un problema difícil», señala la Lcda. Parra. Esta autocensura se convierte en una barrera que el niño se autoimpone, frenando su propio desarrollo. El miedo al fracaso, a la humillación, es mayor que el deseo de aprender.

Es crucial entender que el aprendizaje de estas conductas agresivas no siempre ocurre dentro de la escuela. La Lcda. Parra nos aclara que los acosadores a menudo aprenden estas conductas en casa, en su entorno o a través de los medios digitales. Por ello, la solución no solo está en las instituciones educativas, sino en un cambio de cultura que fomente la empatía y el respeto desde el hogar.

En un momento en que la educación es clave para el futuro de nuestros jóvenes, es fundamental que en Barquisimeto, como en toda Venezuela, se hable de este tema sin tabúes. El bullying no es una cosa de niños. Es una forma de violencia que destruye el potencial de quienes están construyendo el futuro de nuestra región.

Es responsabilidad de los padres, maestros y de la comunidad en general, identificar estas señales de alerta, ofrecer apoyo a las víctimas y, lo más importante, enseñar a los niños que la empatía y la compasión son las verdaderas herramientas para construir un futuro mejor. El aprendizaje florece en la seguridad, no en el miedo. Y es nuestra labor como barquisimetanos, asegurar que nuestros jóvenes puedan crecer y aprender en un entorno donde se sientan seguros.

Carla Martínez / Noticias Barquisimeto