Con brochas, pinturas y mucho entusiasmo, la comunidad de Las Clavellinas, en Barquisimeto, le ha dado una nueva vida a su cancha deportiva. Lejos de esperar por la ayuda gubernamental, los vecinos se unieron en un solo equipo para autogestionar la reparación de un espacio que, por cinco años, estuvo en el abandono y en manos de la delincuencia.
La historia de esta transformación es un relato de unión vecinal, de un esfuerzo que comenzó con un simple llamado de atención y terminó por convertirse en una fiesta.


El inicio de un rescate deportivo
Rafael Martínez, uno de los vecinos y promotores de esta iniciativa, cuenta con una alegría que desborda el entusiasmo del sector. «Esta cancha tenía cinco años en la desidia, en los malos pasos. Fue en conjunto con los muchachos de los equipos de voleibol y fútbol que asumimos el reto y empezamos a arreglarla, a hacer torneos».
La motivación llegó después de un torneo en otra comunidad. Los jóvenes de Las Clavellinas se preguntaron por qué no podían hacer lo mismo en su propio espacio. El miedo a los grupos que se habían apoderado de la cancha existía, pero el diálogo y la perseverancia lograron lo impensable.
«Hablamos con ellos y poco a poco fueron entendiendo el mensaje. Hoy en día forman parte de los equipos deportivos y se alejaron de los narcóticos. ¡Qué mejor que una comunidad libre de vicios!», resalta Martínez con orgullo.


Una vendimia de sueños y pintura
Con el objetivo de recaudar fondos para la reparación, la comunidad se puso creativa. Vendimias, rifas y torneos se convirtieron en la fuente de ingresos para comprar materiales y herramientas. «Ya que no hemos tenido respuesta de las autoridades, todo ha sido por autogestión de la comunidad», señala Martínez.
Pero la reparación no se limitó a lo material. El ambiente de trabajo se transformó en una verdadera fiesta. Mientras unos pintaban y arreglaban el piso de la cancha, otros vecinos se encargaban de preparar comidas y bebidas refrescantes. «Aquí estamos echándole pichón para continuar», comenta Martínez, mientras recuerda que aún falta mucho por hacer, como arreglar la cerca y conseguir implementos deportivos.
Miley Moreno, otra vecina del sector, asegura que la cancha llevaba al menos 30 años sin pintarse. «Gracias a esos muchachos que lograron incentivar el deporte, ahí vamos poco a poco. Primeramente con Dios y esperando a los entes gubernamentales que nos puedan apoyar a hacer unas gradas, un parque, un gimnasio porque todavía hay espacios alrededor de la cancha».


Un futuro brillante
En Las Clavellinas, el deporte se ha convertido en un estilo de vida. Actualmente, la comunidad cuenta con 16 equipos deportivos en diferentes categorías, desde junior, prejunior, juveniles y hasta master, donde participa toda la comunidad.
Cuando se le pregunta a Miley cómo ve su cancha en el futuro, no duda en responder: «La veo bonita, mi cancha la veo espectacular, la veo marcando la diferencia».
Su mensaje para otras comunidades que tal vez no tengan su cancha en optimas condiciones es claro, «reúnanse como familia, así como nosotros estamos, hagan torneos. Entre todos los deportistas tuvimos la iniciativa y aquí está, es un hecho. Y si no tenemos ayuda de las autoridades, vamos a seguir haciendo vendimias, rifas y torneos, y haremos lo que esté en nuestras manos para que nuestra cancha esté hermosa».
La comunidad de Las Clavellinas nos demuestra que la unión hace la fuerza y que, con un poco de ganas y corazón, se pueden rescatar espacios, alejar los vicios y construir un futuro más brillante, con el deporte como principal protagonista.
Oriana Lorenzo / Noticias Barquisimeto