En las concurridas calles del centro de Barquisimeto, encontramos a Alirio Reyes Vargas, un vendedor ambulante que ha hecho de la venta de materiales de ferretería usados su forma de vida. Desde hace casi ocho años, Alirio ha estado en este negocio, ofreciendo a los barquisimetanos la oportunidad de encontrar artículos de plomería, herrería y electricidad a precios accesibles.
Alirio nos comparte su historia mientras organiza su pequeño puesto ubicado en la calle 35 entre carrera 21 y 22. “Desde hace 8 años trabajo en este rubro, de lunes a sábado, de 7 de la mañana a 6 de la tarde”, dice con orgullo.
El negocio de Alirio no solo se trata de vender; es un ciclo de vida y sostenibilidad. “Los materiales los consigo, por ejemplo, si una familia está limpiando su depósito y vienen a negociar con nosotros”, explica. Esto no solo ayuda a las familias a deshacerse de cosas que ya no necesitan, sino que también brinda a Alirio la oportunidad de ofrecer productos a quienes no pueden permitirse comprar materiales nuevos.



La filosofía de Alirio es clara: “Aceptamos materiales usados en buen estado y si está algo deteriorado, nosotros los arreglamos aquí”. Este enfoque no solo es práctico, sino que también refleja una mentalidad de reciclaje que es crucial en tiempos difíciles.
Con gran entusiasmo, nos cuenta que “lo que más se vende son las válvulas de cocina, flautas y reguladores de Servigas”, artículos de primera necesidad en cualquier hogar. Para él, cada venta es una solución a un problema cotidiano. “Muchos artículos en demanda y pare de contar, tenemos de todo”, añade, demostrando que su compromiso es total con la comunidad.
En un país donde la economía es un desafío constante, Alirio se esfuerza por mantener precios accesibles. “Los precios dependen de la mercancía y del artículo, pero tenemos desde los 2$ en adelante”, aclara. Esto hace que su negocio sea una opción viable para muchas familias que buscan ahorrar sin sacrificar calidad.


La historia de Alirio Reyes Vargas es un reflejo del espíritu emprendedor que caracteriza a muchos venezolanos. En medio de la adversidad, él ha encontrado una manera de sobrevivir y prosperar, apoyando a su comunidad y ofreciendo productos que realmente necesitan. Su presencia en las calles de Barquisimeto no solo es un testimonio de su arduo trabajo, sino también un recordatorio de la resiliencia de un pueblo que sigue adelante a pesar de las dificultades.
Cada día, su puesto se convierte en un punto de encuentro donde el ingenio y el esfuerzo se materializan en soluciones asequibles. Su historia es un recordatorio de que, incluso en las circunstancias más desafiantes, la comunidad puede encontrar en el reciclaje una fuente de sustento.
Carla Martínez / Noticias Barquisimeto