Murió José “Pepe” Mujica: El expresidente uruguayo que sorprendió al mundo con su austeridad

Este martes 13 de mayo falleció el expresidente de Uruguay, José Mujica, a los 89 años, era uno de los líderes más importantes y respetados de la izquierda latinoamericana.

«Hasta acá llegué», dijo el exmandatario a principios de enero, cuando reveló que la enfermedad que sufría se había expandido por su cuerpo.

El exmandatario padecía cáncer de esófago. A mediados de mayo, su esposa y exvicepresidenta de Uruguay, Lucía Topolansky, así como el actual presidente de ese país, Yamandú Orsi, confirmaron su grave estado de salud. «Está en la meseta, está a término (…) esto tiene un final anunciado», afirmó la también exsenadora, quien indicó, además, que su médica diagnosticó que estaría en una «situación terminal».

«Lo visité y está muy mal (…) está complicado aquel, pero se está cuidando», manifestó, por su parte, Orsi, quien lo había visitado recientemente.

Ya principios de enero de 2025, el expresidente comunicó que la enfermedad se había expandido por su cuerpo y ya no había forma de detenerla. «El cáncer en el esófago me está colonizando el hígado. No lo paro con nada. ¿Por qué? Porque soy un anciano y porque tengo dos enfermedades crónicas. No me cabe ni un tratamiento bioquímico ni la cirugía porque mi cuerpo no lo aguanta», comentó. Y añadió: «Estoy condenado, hermano. Hasta acá llegué».

Mujica reveló que le fue detectado un tumor maligno en el esófago a finales de abril de 2024, lo que motivó a que recibiera un tratamiento con radioterapia. Unos meses más tarde, en agosto, aseguró que eso aparentemente funcionó, pero lo dejó «deshecho».

De la guerrilla a la silla presidencial
Nacido en Montevideo en 1935, ‘El Pepe’ Mujica, como se le conocía popularmente, representó una faceta inusual de la política, ya que transitó un largo camino desde que participó en la guerrilla en los años 70 –y que le costó 12 años de prisión– hasta que ganó unas elecciones democráticas. Así, se consolidó como un presidente sin títulos universitarios que jamás se enriqueció ni quiso hacer uso de los privilegios del poder.

En 2010, después de asumir el cargo, ni siquiera quiso mudarse a la elegante residencia presidencial. Ajeno a los protocolos, eligió vivir en su sencilla casa de siempre, al lado de su esposa Lucía Topolanski, otra de las figuras históricas, fundamentales y de mayor reconocimiento en la política regional. Nunca tuvieron propiedades, bienes, ni autos lujosos ni abultadas cuentas bancarias. Ni una sola sospecha de corrupción.

«No soy pobre, soy sobrio, liviano de equipaje. Me gusta vivir con lo justo para que las cosas no me roben la libertad», solía decir para refutar los halagos por la humildad con la que vivía y que le habían valido que lo identificaran como «el presidente más pobre del mundo».

Mujica también se distinguió porque siempre se declaró ateo, identidad que lo diferenció del resto de los mandatarios latinoamericanos que juran sobre biblias, van a misas, rezan y le piden a Dios que los ayude a gobernar.

Gracias en parte a esas convicciones alejadas de toda presión religiosa, impulsó la legalización del aborto y del matrimonio entre personas del mismo sexo.

Pero si algo sorprendió de este exguerrillero fue la inédita osadía que tuvo al contrarrestar las arraigadas políticas de drogas a nivel global para convertir a Uruguay en el primer país en legalizar la producción, venta y consumo de la marihuana.

Así, logró que el mundo volteara a ver, ya fuera con asombro, escepticismo o admiración, a un «paisito» –como lo definía con afecto el escritor Eduardo Galeano– de poco más de tres millones de habitantes enclavado en el sur del Océano Atlántico.

Tanto llamó la atención, que el cineasta serbio Emir Kusturica quiso contar su historia en un documental que tituló ‘El Pepe: una vida suprema’, que se estrenó en 2018 en el Festival de Venecia.

Con información de Noticia al Día