La cruda realidad: Pacientes se ven obligados a comprar sus propios insumos médicos

En los alrededores del Hospital Central Antonio María Pineda de Barquisimeto, se teje una historia paralela al sufrimiento de los pacientes: la angustiosa búsqueda de insumos médicos. Para muchos, este proceso se ha convertido en el punto de partida de un verdadero calvario, donde jeringas, gasas y medicamentos deben ser costeados y conseguidos por los propios enfermos y sus familias.

Las aceras cercanas al hospital se han transformado en un improvisado mercado de la salud. Farmacias y ventas de insumos médicos ofrecen lo indispensable para la atención. Familias con rostros marcados por la dolencia sostienen largas listas de insumos, arrugadas de tanto preguntar precios y comparar la disponibilidad de cada artículo.

María González, con la voz quebrada por la preocupación, relata su reciente odisea: «Tuve que visitar más de tres farmacias antes de encontrar el medicamento que mi hijo necesitaba. No entiendo por qué tenemos que pasar por esto». Su testimonio es un eco del sentir de muchos que ven cómo la enfermedad se duplica con la incertidumbre de no saber dónde ni cómo conseguir lo esencial para el tratamiento.

Carlos Ortíz, familiar de otro paciente, comparte una angustia similar: «Estar enfermo ya preocupa, pero preocupa más tener que salir a conseguir las cosas que uno necesita para ser atendido. No debería ser así, se suma una carga terrible a la ya difícil situación».

La obligación de comprar insumos no es solo un golpe al bolsillo, sino también una fuente de profunda angustia emocional. Las familias se ven inmersas en un laberinto de incertidumbre y estrés, donde cada compra se convierte en una batalla por garantizar la atención básica de sus seres queridos.

Este doloroso viacrucis por insumos en el Hospital Central Antonio María Pineda es un crudo reflejo de una crisis sistémica en el sector salud. Las historias que emergen de este entorno no son casos aislados, sino un llamado urgente a la acción.

Detrás de cada paciente buscando una jeringa o un medicamento, hay una familia que lucha por lo que debería ser un derecho fundamental e inalienable: la salud. La pregunta que resuena en las calles de Barquisimeto es cuándo dejará de ser un calvario el simple hecho de buscar alivio en un hospital.

Carla Martínez / Noticias Barquisimeto