En las vastas llanuras del estado Portuguesa, en Venezuela, se cuenta una leyenda que hiela la sangre de quienes la escuchan. Es la historia de El Silbón, un espectro que vaga por las noches, silbando una melodía que imita las notas musicales: do, re, mi, fa, sol, la, si. Pero cuidado, porque si el silbido suena cerca, significa que está lejos, y si lo escuchas a lo lejos, es mejor correr, porque está muy cerca.

La leyenda narra que, hace mucho tiempo, vivió un joven malcriado y caprichoso que no respetaba a sus padres. Una noche, exigió que su padre le trajera carne de venado para cenar. El hombre salió a cazar, pero regresó con las manos vacías. En un arrebato de ira, el joven acabó con la vida de su progenitor y, como castigo, fue condenado a vagar eternamente, cargando los huesos de su padre en un saco.
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Don Eusebio, un anciano de Guanarito que asegura haberlo visto, relata: “Era una figura alta, delgada, con un saco al hombro. Su silbido era tan extraño que me paralizó. Sentí un frío que me caló hasta los huesos. Desde entonces, no salgo de noche sin mi perro y un poco de ají, porque dicen que eso lo ahuyenta«.

El Silbón no solo es una historia de terror, sino también un recordatorio de los valores familiares y las consecuencias de los actos. Su figura se ha convertido en un ícono del folclore venezolano, y cada año se celebra el Festival Internacional de El Silbón en los Llanos, donde se revive esta leyenda a través de narraciones, música y teatro.
Zuleydy Márquez/ Noticias Barquisimeto