Los venezolanos Jender Guevara y Ángel Harry afrontaran el reto en evento continental. Dos judocas nacionales competirán durante el fin de semana en el Campeonato Panamericano Senior de la modalidad kata que abre el telón este viernes y se disputará hasta el domingo en Cancún, México. Leer También: MLB:´El Llanero Margariteño´ Anthony Santander de Azulejos de Toronto volvió de la lesión con jonrón en Triple-A El equipo nacional está conformado por los atletas Jender Guevara y Ángel Harry quienes viajan bajo la dirección del entrenador Luis Jiménez. Selectivo centroamericano El evento continental de judo servirá como primer selectivo de la modalidad kata a los Juegos Centroamericanos y del Caribe Santo Domingo 2026, a la vez que será preparatorio a los Juegos Bolivarianos Lima-Ayacucho, evento multideportivo inicial del nuevo ciclo Los Ángeles 2028 y que se inicia el 22 de noviembre. De igual manera, en el marco de la justa mexicana se llevará a cabo un curso dirigido a jueces y árbitros del judo, donde Venezuela contará con la presencia de un técnico para la actualización de conocimientos. Programación definida El Campeonato Panamericano de Judo tomará como escenario el Centro de Convenciones Chitzen Itza de la ciudad de Cancún, México, hasta ahora figuran 60 judocas inscritos en la cita. En lo que respecta a la programación los sorteos de las distintas categorías se llevarán a cabo este viernes y quedarán establecidos las sesiones de combates preliminares y finales para cada uno de los apartados los días sábado y domingo. Hender «Vivo» González Con información de Líder
La Aurora que endulza el día: 30 años rescatando la dulcería criolla en Barquisimeto
Con el sol de la tarde larense como testigo y un toldo verde como su refugio, la señora Aurora Orellana, de 70 años, teje una historia dulce en plena avenida Libertador. Durante tres décadas, su cocina ha sido el santuario de los sabores más puros de Venezuela, esos que nos conectan con la niñez y nos hacen recordar el cariño de la abuela. Y aunque su camino no ha sido fácil, su espíritu es tan inquebrantable como la textura de sus dulces de lechosa. El equipo de Noticias Barquisimeto se acercó a su puesto para descubrir qué se esconde detrás de cada frasco cuidadosamente sellado. Aurora nos cuenta que, por 30 años, la dulcería fue un arte que cultivó desde su hogar, compartido con amigos y vecinos. «A raíz de que mi esposo presentó problemas de Alzheimer, él ya no pudo ayudarme con las ventas en la calle y tomé la decisión de salir», nos relata con una voz que transmite calma y fortaleza. Un viaje al paladar de la niñez La dulcería de Aurora es más que un negocio; es un puente hacia el pasado. «Mucha gente me dice ‘me hizo recordar a mi abuela’», comparte con una sonrisa. Su gran maestra fue precisamente su abuela, quien de adolescente le enseñó a preparar joyas como el dulce de leche y el de lechosa. Con una técnica que pocos usan hoy en día, Aurora pone la lechosa a serenar para lograr una textura única: dura por fuera y tierna por dentro. «Uno de mis secretos es el dulce de higo», revela. Un manjar casi extinto en Barquisimeto por su larga preparación, pero que ella mantiene vivo. Cada dulce es un testimonio de un proceso lento y meticuloso. «Yo no lavo un frasco y ya tengo un dulce», aclara. «Todo lleva un proceso. La constancia es la clave». El motor de un emprendimiento: la familia y la fe La decisión de emprender en la calle hace diez años no fue solo por gusto, sino por necesidad y el dolor de la distancia. «La situación país hizo que muchos de nuestros hijos y nietos se fueran», confiesa Aurora con un nudo en la garganta. «Uno se queda huérfano sentimental y económicamente». Pero en lugar de dejarse abrumar, miró al pasado en busca de inspiración. «Si mi abuela sobrevivió en sus tiempos con dulces, ¿por qué yo no puedo hacerlo?», se preguntó. «Por qué no podemos nosotras, como abuelas, dar este legado a nuestros hijos y nietos». Su mejor marketing no está en las redes sociales, que apenas conoce, sino en la calidad de sus productos. «Mi mejor red es que tú pruebes mis dulces y me recomiendes», asegura. Y sus clientes lo confirman, valorando el envasado artesanal y al vacío que garantiza la higiene y conservación de cada porción, permitiendo que un dulce pueda durar hasta un año. Un sueño con sabor a futuro Aurora, que junto a su esposo, se instala de Martes a viernes en la Libertador con calle 29, tiene un sueño claro y palpable. «Me gustaría tener un quiosquito, no estar desarmando todos los días», nos cuenta. Pero su visión va más allá: quiere que Barquisimeto, la ciudad musical, también sea reconocida como la capital de los dulces criollos. «Uno de mis proyectos es poner en cada entrada de Barquisimeto lugares como este». La dulcería criolla, dice, ha vuelto a tomar fuerza, impulsada por la nostalgia de quienes están lejos. «Nuestros hijos que se fueron añoran esos dulces que hacía la mamá, la abuela». Con la sabiduría que solo dan los años, Aurora envía un mensaje a los nuevos emprendedores: «Hay días muy buenos y otros que no vendes nada, pero no te debes dejar amilanar. Tienes que seguir, darte ánimos y creer en tu emprendimiento». De sábados a lunes Aurora se dedicará a su producción, a buscar las frutas frescas que se transformarán en majaretes para Semana Santa, dulces de piña o toronja. Y con su toldito verde en la Libertador, seguirá demostrando que la tradición, el amor y la constancia son los ingredientes perfectos para un legado que se resiste a desaparecer. Oriana Lorenzo/ Noticias Barquisimeto
¡Barquisimeto de Fiesta! Arrancaron las 48 Ferias Internacionales con un desborde de alegría y tradición
Con un aire de fiesta que se sentía en cada rincón de la ciudad, Barquisimeto dio la bienvenida a la 48ª edición de sus Ferias Internacionales este 11 de septiembre. El Complejo Ferial Bicentenario se vistió de gala para marcar el inicio de una celebración que enmarca el 472º aniversario de nuestra querida capital crepuscular. Desde el primer momento, el ambiente fue inigualable. Familias enteras, de aquí y de allá, se reencontraron con la tradición de la feria. Los más pequeños corrían de un lado a otro, maravillados por la casa inmersiva y la adrenalina de la casa del terror. Mientras tanto, los adultos se paseaban con orgullo por los espacios que resaltan lo mejor de nuestra tierra. El área de Barquisimeto Emprendedor era un estaba lleno de creatividad, con la pasión de quienes apuestan por el futuro de la región. Justo al lado, en Barquisimeto para el Arte, más de 70 obras de artistas larenses nos recordaban el talento que brota en cada esquina. Y por supuesto, los espacios dedicados a lo Industrial y Agroindustrial nos mostraron la pujanza de la economía local. Sin duda lo más esperado de la tarde fue el tradicional Desfile de Bandas Show. La avenida Libertador se llenó de música, coreografías y la energía de 14 agrupaciones, 11 de ellas representando a nuestro estado Lara, y las otras provenientes de Yaracuy y Carabobo. La habilidad y el ritmo de estos jóvenes fue un verdadero espectáculo que nos recordó el talento que hay en el país. La noche cerró con un toque de rebeldía y ritmo. El escenario principal vibró con el inicio del Festival de Bandas, donde el rock fue el protagonista indiscutible. La música en vivo llenó el complejo, atrayendo a una multitud que se unió en una sola voz para celebrar. Para garantizar que la fiesta transcurriera en completa paz, más de 600 funcionarios de seguridad se desplegaron en el recinto. La presencia de la PNB, PoliLara, PMI, así como oficiales de la FANB y de organismos de Protección Civil y Bomberos, aseguró que todos pudieran disfrutar sin preocupaciones. Las Ferias apenas comienzan, y prometen seguir regalándonos momentos inolvidables. Si te lo perdiste, ¡tranquilo! Desde las 5 de la tarde, podrás seguir cada detalle de la celebración en vivo a través de la señal de Somos TV y las redes de Noticias Barquisimeto, porque juntos, estamos celebrando el cumpleaños de nuestra ciudad. Oriana Lorenzo/ Noticias Barquisimeto
Simón: El relojero que le devuelve el tiempo a los Barquisimetanos
En pleno corazón de Barquisimeto, justo en la acera del Centro Comercial Arca, un hombre de 70 años desafía el paso del tiempo. Su nombre es Simón Antonio Gutiérrez, y su oficio, la reparación de relojes, lo ha convertido en un rostro conocido y querido para quienes transitan por la zona. Con casi dos décadas en este mismo lugar, Simón nos recibe con una sonrisa que ilumina su rostro. En su puesto, un pequeño rincón a la intemperie, todo está meticulosamente ordenado: herramientas diminutas, pasadores, micas, correas y, por supuesto, relojes de todos los tamaños y épocas. «Esto es un trabajo que pide mucha paciencia y técnica», nos dice, mientras sus manos, expertas y callosas, manipulan una diminuta pieza. «Hay que ser muy responsable porque son accesorios delicados. El cliente se tiene que ir contento». Para Simón, el tiempo no es solo lo que marcan las manecillas. Es un maestro exigente, y el sustento de cada día es una carrera constante. Nos cuenta que, aunque hace 17 años el negocio se movía más, él no se rinde. Cada mañana se levanta temprano en su casa al oeste de la ciudad y se dirige al centro, a su puesto, con la esperanza de tener una buena jornada. «A veces no hacemos nada, y nos tenemos que ir a la casa como llegamos. Vivimos del día a día», confiesa con sinceridad. Y es que las ilusiones se construyen y, a veces, se esfuman en un instante. «Uno se hace una ilusión, ‘bueno, con esta plata voy a almorzar o voy a comprar algo para llevar a la casa’, y a veces el cliente no llega». Una vida de oficios y un mensaje para los jóvenes Antes de convertirse en el relojero del Arca, la vida de Simón fue un ir y venir de trabajos. «Fui taxista, trabajé la mecánica y la soldadura, hasta limpié zapatos y vendí periódicos cuando era un niño«, recuerda. Cada oficio le dejó una enseñanza, una experiencia que lo forjó. «A medida que pasan los años, uno va aprendiendo, y los primeros relojes uno los echa a perder también», dice con una risa pícara, restándole importancia a los errores del pasado. Una de las cosas más difíciles en su trabajo, nos explica, es ganarse la confianza de la gente. «A veces no confían en uno porque lo ven a la intemperie y buscan siempre las relojerías de lujo», lamenta. Al hablar del futuro de su oficio, la expresión de Simón se vuelve pensativa. A los jóvenes, el mundo de los relojes y los accesorios parece no atraerles. «No les gusta esto, se la pasan todo el día con el teléfono, no usan este tipo de reloj sino digitales», comenta. Hoy, Simón vive solo en una residencia alquilada, sus hijos ya son adultos y su esposa falleció hace unos años. Pero su soledad no le quita la alegría ni el carisma. Al despedirnos, nos regala un mensaje, cargado de sabiduría y de la experiencia de una vida entera. «Estudien y prepárense para el futuro. Busquen la paz y la humildad, que es muy importante. Hay que echar pa’lante». Y así, mientras la vida de Barquisimeto sigue su curso, Simón Antonio Gutiérrez, el relojero del Arca, continúa reparando el tiempo de los demás, con la paciencia y la sabiduría que solo el paso de los años puede dar. Oriana Lorenzo / Noticias Barquisimeto